Si buscas un trail de raza, sencilla pero muy capaz cuando se acaba el asfalto y el camino comienza a complicarse, la Royal Enfield Himalayan debería estar en tu órbita como una moto a tener en cuenta.

¿Y porqué lo afirmo con tal rotundidad, te preguntarás? La razón principal es que se trata de una máquina que prescinde de todo lo que no sea necesario para llevar a cabo su cometido: llevarte donde quieras, eso sí, a su ritmo, sin importar la dificultad del camino. Y una de las claves es el motor que late es su interior. Un pequeño y voluntarioso corazón de un cilindro y 411 cc que propone moderación debido a sus poco más de 24 cv de potencia, pero sin límites. Y Royal Enfield lo ha actualizado a la normativa Euro 5, poniendo más catalizadores, montando un nuevo sistema de inyección y aprovechando la ocasión para introducir una cuentas novedades que te explico a continuación. Por cierto, la pérdida de potencia ha sido tan pequeña que es testimonial.

Ya era una moto cómoda pero la marca india ha decidido hacer unos retoques gracias a un mullido más blando del asiento que mantiene la misma accesible altura a 800 mm y lo ha acompañado con unos portaequipajes frontales de menor tamaño para no incomodar a las piernas. También se han hecho ligeras modificaciones en la pantalla para canalizar mejor el aire. Y en la parte trasera la estructura portabultos cuenta con un nuevo soporte más robusto para el equipaje.  

ABS desconectable y navegador de serie

Otro nuevo ingrediente, este sí con una importancia mayor, al menos para mí, es el hecho de que el sistema antibloqueo ABS se puede desconectar en la rueda trasera. Y esto si que va a dar más margen para una conducción en pistas o campo más eficaz.

Y para lo último me dejo lo que para mi es la aportación más notable de esta Himalayan 2021: el sistema de navegación denominado “Tripper” que por supuesto equipa de serie. Ha sido desarrollado en colaboración con Google Maps y tiene una App asociada muy bien diseñada, por lo fácil y claro que resulta todo, y mediante la que vinculamos nuestro teléfono para comenzar a navegar. Cuenta con interesantes parámetros como gasolineras cercanas, sitios para comer y demás, y nos guía mediante un sencillo sistema de navegación “paso a paso” con flechas que está ubicado en una pequeña esfera en la parte derecha de la instrumentación y que permite una buena visualización.

Así que introdujimos nuestro primer destino y nos pusimos a rodar para llegar a nuestra meta por la noche que estaba situada a unos 200 km y que nos iba a llevar por carreteras de segundo orden y pistas de todo tipo.  

La Himalayan en carretera: máxima tranquilidad

No había probado la generación anterior, ya que lo había hecho mi compañero de redacción, con lo que todo era nuevo para mí. Desde el primer momento me sentí cómodo porque la postura está planteada para que así sea, sin forzar ninguna extremidad.

Engrané la primera marcha y comenzamos el viaje, probando por primera vez este pequeño pero voluntarioso motor de un cilindro con 411 cc y asociado a una caja de cambios de cinco velocidades. No es una exquisitez ni en el cambio ni en el tacto del motor pero tampoco lo pretende, ya que el funcionamiento de todo es correcto y dicen que muy duradero. Si ha sido desarrollada en la India tiene que serlo porque tiene fama de contar con unas de las carreteras más tortuosas del mundo.

La moto se mueve con mucha facilidad, a pesar de sus aproximadamente 200 kg en orden de marcha, no resultando nada perezosa en carretera. La combinación de llanta delantera de 21 pulgadas con la trasera de 17 encaja muy bien en la filosofía dual que propone. La moto es estable y razonablemente ágil a los moderados ritmos que impone el motor, con un medio régimen apetecible, ya que más allá no encontramos mucho empuje y sí un sonido a maquinaria que no es muy seductor. En cambio, y desde fuera, el escape emite una nota que sí mola bastante más y pude comprobarlo mientras estaba parado y mis compañeros circulaban para hacer las fotos.

La sensación de comodidad y tranquilidad era la agradable nota predominante, ya que además las suspensiones son bastante blandas y apoyan a la perfección su espíritu sosegado. Esto hace que su dinamismo en carretera sea limitado porque la horquilla se hunde mucho en las frenadas y hace que el freno delantero sea poco eficaz en este terreno. Es mejor apoyarnos con el trasero para lograr una retención más instantánea porque el delantero adolece de tacto y mordiente.

De todos modos, es una moto orientada a una conducción tranquila, primero porque el propulsor a partir de 130 km/h ya no va a gusto y segundo porque ahí la estabilidad ya no es la misma pero creo que cualquiera entenderá con este planteamiento y 24 cv que es algo más que razonable.

En asfalto, los neumáticos CEAT Gripp XL también de origen indio como la moto y que sustituyen a los Pirelli MT-60, me transmitieron unas sensaciones impecables en todo momento a pesar de un dibujo mixto con tacos que a veces puede despertar reticencias.

Pasaban los kilómetros y la comodidad estaba intacta, dando por bueno el trabajo hecho en el asiento y por válido un triangulo ergonómico perfectamente estudiado para hacer kilómetros sin fatiga. Y más cuando contamos con un motor experto en ahorro de combustible, pues con un consumo que oscila entre los 3 y 4 litros, asociado a un depósito de 15 litros puede fácilmente proporcionarnos una autonomía de 400 km, especialmente si somos moderados con el gas. No corre pero tampoco gasta mucho y eso es un buen equilibrio que además nos puede dar mucho margen si estamos en terrenos un poco alejados de la civilización.

Y precisamente estábamos muy alejados de Madrid y camino de Guadalajara, cuando nos adentramos en la primera pista a lomos de la Himalayan para comenzar a disfrutar de la otra parte de su personalidad, la dominante diría yo.  

La Himalayan en caminos: máxima eficacia

Porque fue pisar terreno blando y ella comenzar a transmitirme unas sensaciones más agradables porque para empezar el motor se mostraba más a gusto y competente con los mismos 24 CV. El recorrido del acelerador que en carretera se hace un poco largo aquí permite dosificar mejor y como la entrega es suave tenemos una muy buena impresión de control.

Y todavía son mejores los mensajes que mandan las suspensiones con un comportamiento dulce pero eficaz, capaces de digerir con serenidad los baches y las grietas más profundas que me encontraba en el camino. Me sorprendió especialmente la horquilla por lo poco que me transmitía lo que pensaba que sería una fuerte sacudida al atravesar un pronunciado obstáculo, no haciendo tope en ningún momento. Y lo cierto es que el amortiguador trasero no se quedaba a atrás, ya que apoyaba con un rendimiento en la misma línea de máxima seriedad ante la adversidad. El cubre cárter de aluminio cobra aquí todo el sentido y lo que no me convence tanto, a priori, es el primero de los dos guardabarros delanteros que al estar tan pegado a la rueda se atascaría rápido ante un terreno muy embarrado. Pero por suerte no hubo que comprobarlo porque el buen tiempo nos acompañó y la arena estaba suelta, originando mucho polvo. 

A estas alturas ya estaba de pie porque el terreno lo pedía y se puede adoptar la posición con facilidad para hacer un pilotaje más cómodo, agarrando el tanque con las piernas, a pesar de que no es estrecho pero con la colaboración de dos rebajes que vienen muy bien para afianzar la posición. Las estriberas son los suficientemente anchas para llevar los pies con total seguridad y el manillar queda en un plano muy al alcance de las manos.

Así que me pude en modo cabra montesa y comencé a disfrutar por una pista en algunos tramos muy rota de una Himalayan que parecía disfrutar más que yo de la situación.

Otro elemento que ayudaba son los frenos gracias a esa respuesta suave del delantero y a la buen funcionamiento del trasero. Pero para mejorar las sensaciones decidí desconectar el trasero. Y no me fue fácil a la primera a pesar de que el botón que se debe pulsar está bien visible. Se presiona unos segundos y se desactiva, dejando el testigo encendido. Al final pude hacerlo al cabo de algunos intentos para poder jugar un poco más con este freno que en campo es tan seguro como divertido.

Los neumáticos se adaptaron muy bien a las distintas superficies, ya que más tarde pasamos por un carretera muy rota con gravilla y en todo momento pude disfrutar de una sensación de seguridad que te infunde confianza en ellos. Y eso es fundamental, pero cobra especial importancia cuando pisamos tierra, pues te animaba a acelerar gracias a esta sensación constante de estabilidad y tracción. Desde luego la combinación de llanta de 21 delante y 17 detrás también es clave en el dinamismo tan logrado en campo de esta Himalayan.

El hecho de contar con solo cinco marchas hace que cada una tenga la suficiente fuerza para darnos el impulso necesario en todo momento, aprovechando el medio régimen que es donde más vigor encontraba. Por más kilómetros que hacíamos, era difícil fallar una marcha porque el cambio funciona con una corrección total. Por supuesto la palanca no tiene regulación en distancia y el tacto está lejos de ser exquisito pero es algo inherente a la filosofía aguerrida de esta moto.

A pesar de ser una moto más bien pesada, igual que en carretera, en campo se mueve con facilidad y espíritu colaborativo en todo momento, dando muestra de que aquel terreno complicado la gustaba mucho más que una autopista o una carretera perfectamente asfaltada. Y seguía con el culo intacto, por cierto, señal inequívoca de que el asiento y la posición de conducción son muy amables.

Y por desgracia se acabaron aquellos entretenidos tramos de pistas por el corazón de Guadajalara, un escenario que me había parecido simplemente ideal para una moto con esa filosofía de avanzar con paso firme en cualquier circunstancia transmitiendo mucha serenidad con un tacto de moto de antes, robusto y básico que se crece ante la adversidad.  

Conclusión y valoración

Nunca antes me había subido a la Himalayan y es una moto que he podido entender a la perfección, dejándome un sorprendente buen sabor de boca. Porque es muy fácil pensar que una moto de 24 cv no nos va a servir para nada en la era de la escalada de potencia, donde incluso hay motos que podrían usarse en circunstancias parecidas y tienen una potencia seis o siete veces superior, valiendo solo cuatro veces más. Pero lo cierto es que ninguna moto te va a posicionar en un universo tan particular, comenzando por su planteamiento estético, extrañamente original.

Pero sobre todo siguiendo por esos derroteros de tranquilidad que propone su concepto, vintage pero de verdad porque parece una pequeña trail de los años 80' aunque con una base actual a nivel de chasis, motor y demás. Miras la tornillería y piensas: “más básica no puede ser”. Pero a la vez meditas que eso lo podrías conseguir en cualquier lugar del mundo donde te hiciese falta. Y quizás sea ese el espíritu en el que se ha cimentado su personalidad porque además eso le permite ser la moto trail más barata del mercado. Y digo trail, no derivados asfálticos que poco tienen que ver con las capacidades que es capaz de ofrecer en campo esta Himalayan.

Y eso hace que el precio no me parezca una locura sin parecerme un regalo. Y más teniendo en cuenta que por esos 4.695 € tenemos una moto con un resolutivo navegador que nos podrá llevar hasta donde queramos, a su ritmo claro. Pero eso es para el color plata, tanto el negro mate como el camuflaje ascienden a 4.895 € y si sumamos maletas y defensas se eleva 600 € más.