La GSX-S1000 es un modelo que se encuadra en el elitista segmento de las motos desnudas de muy altas prestaciones y para estar ahí siendo competitiva, hay que estar a la última. Y es una moto que necesitaba con urgencia una puesta al día que ha llegado abanderada por un diseño mucho más adecuado a los tiempos que corren.

Suzuki siempre busca ofrecer las máximas sensaciones a un precio por debajo de la competencia, aunque sea a costa de sacrificar ciertos aspectos pero tratando de que el resultado final pueda rivalizar sin complejos con sus oponentes. Y esta GSX-S1000 es un perfecto ejemplo. Es la moto de su estilo más económica pero no por ello renuncia a ofrecer unas sensaciones de primera calidad en todos los sentidos gracias a una parte ciclo competente y un renovado motor Euro5 con 152 CV de potencia.  

Electrónica, la justa y necesaria

Es cierto que a pesar de su actualización no incorpora lo último en tecnología y ayudas electrónicas pero de lo contrario entraría en la misma guerra que todos sus rivales y parece que su intención no es esa, sino hacer una propuesta más racional. Sin embargo, sí ha acogido algunas mejoras que le vienen francamente bien. Para mí, aparte del diseño y la iluminación LED, la más importante es el sistema de cambio rápido semiautomático bidireccional. De lo que sí prescinde es de la plataforma inercial para que las ayudas a la conducción funcionen en inclinación pero no ha renunciado a un control de tracción con cinco niveles de intervención, dos más que antes.

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Su musculoso motor de cuatro cilindros se ha adaptado a la normativa Euro5 y los ingenieros tienen el mérito de haber podio extraer un poco de potencia extra a pesar de que está más catalizado. También se han optimizado los árboles de levas o el airbox. Esa ganancia ronda los 4 CV pero quizás es más importante haber reforzado el rendimiento en el medio y bajo régimen que es el más usado en una moto de este tipo. El escape ha sido actualizado con un nuevo diseño en la parte trasera del colector que reposiciona el silenciador. Es un elemento discreto en cuanto a tamaño que encaja muy bien en esa planta compacta que proyecta esta GSX-S1000.

El acelerador electrónico ha permitido equiparla con diferentes modos de conducción que son algo nuevo e imprescindible en una moto de última generación; ofrece tres modos para modular el carácter de esos 152 CV que entrega a nada menos que 11.000 vueltas.

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También ha sido mejorado el embrague con asistente y sistema antirrebote para hacer las operaciones más suaves, lo que supone que la conducción sea más agradable.  

Mejoras y más diseño

La parte ciclo está prácticamente intacta, pues ya contaba con bastidor, basculante, suspensiones y frenos muy competentes pero sus llantas de aluminio han sido calzadas con un nuevo juego de neumáticos: Dunlop Sportmax Roadsport2.

La ergonomía también ha recibido un repaso para hacerla más cómoda y a la vez deportiva. El nuevo manillar es 23 mm más ancho y esto se ha combinado con un asiento diferente que busca apuntalar esas mejores sensaciones.

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Es muy importante el sugerente nuevo diseño protagonizado por esa original óptica superpuesta con tres faros de forma hexagonal. Y ahí juega un papel importante el nuevo depósito de combustible que gana dos litros respecto a la generación anterior, garantizando así una buena autonomía. Exhibe unas formas musculosas y de él salen las dos nuevas aletas que enfatizan ese aire radical de su nuevo planteamiento estético.

Y un último elemento que también esgrime esta generación es la nueva instrumentación. No es una de esas pantallas TFT a color tan de moda sino una LCD de buen tamaño y visualización a color con ordenador de a bordo y todo lo necesario para controlar los diferentes parámetros de la moto.  

Rugido familiar

Y llegó el momento de poder probar sobre la propia GSX-S1000 2021 todo este repertorio de importantes novedades. Como es un modelo que ya conocía y no ha sufrido una profunda renovación todo me fue muy familiar desde el primer momento.

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A pesar de medir 1,66 m no me costó mucho subirme al asiento situado a 810 mm del suelo aunque cuanto más talla tengas, más fácil te resultará. El puesto de conducción es cómodo y la ergonomía deportiva pero sin resultar extremista. Los cambios operados en el manillar que además de más anchura se ha acercado ligeramente al piloto (2 cm).

Uno de los aspectos que más me gustan es el motor, por sonido, carácter y prestaciones. Tiene un excelente tacto y una forma de subir de vueltas progresiva pero a la vez muy rápida cuando demandamos las máximas prestaciones. Lógicamente no se nota el haber ganado un puñado de caballos de potencia pero sí es evidente que el rendimiento es todavía mejor a medio régimen. Esto para los tramos de curvas hace que la moto sea más eficaz y que no estemos con el cambio jugando constantemente.

Por cierto, el cambio de marchas funciona con precisión y el accionamiento es suave. Pero lo más interesante es el nuevo sistema semiautomático que trabaja de escándalo. Tanto en las operaciones de subida pero especialmente en las reducciones, todo es suavidad y eficacia. Para una moto de este talante es una obligación que Suzuki ha cubierto con brillantez. Y como te había comentado antes, tenemos la asistencia de un sistema antirrebote para civilizar las reducciones más drásticas.  

Equilibrio y efectividad

El bastidor le da a partes iguales aplomo y agilidad, una combinación obligatoria en una moto de este tipo, pues nos va a permitir ponerla al límite sin encontrarlo en ningún momento. Las suspensiones son multiajustables y su talante es decididamente deportivo, siendo un complemento perfecto para un chasis doble viga de aluminio que resulta muy competente.

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A la hora de frenar también encontramos todo lo necesario para poner coto al ímpetu que es capaz de desarrollar la GSX-S1000. Los dos grandes discos delanteros accionados por sendas pinzas de ancaje radial Brembo encajan a la perfección por la impecable frenada capaz de proporcionarte. Son toda una garantía porque la fuerza de retención es instantánea y fácilmente dosificable.

Los nuevos neumáticos Dunlop han sido una de las nuevas aportaciones y parecen encajar muy bien en la filosofía de la GSX-S1000 que necesita brindarnos confianza en máxima inclinación.

Con todo este logrado equilibrio, la GSX-S1000 es una moto precisa, divertida y muy seria cuando nos ponemos a demandarle el máximo. Permite entrar con mucha facilidad en la curvas, donde contamos con una sensación de control total gracias al manillar y a lo bien que estamos integrados en el conjunto. Podemos frenar tarde usando el potencial del equipo de frenos, apoyando fuerte en la rueda delantera y confiando en unas suspensiones competentes. Y todo aprovechando un motor que cuando supera el medio régimen comienza a emitir una nota de sonido rabiosa y excitante. Es difícil exprimir a tope su capacidad porque en carretera debemos guardar unos márgenes razonables que lo impiden. Y es que aunque sedoso por lo fino que es, también es una bomba a máximo régimen.  

Conclusión y valoración

Tras esta breve toma de contacto me han quedado unas ganas tremendas de probarla y disfrutarla más intensamente porque cuando la lluvia aparece, como lo hizo durante la presentación, condiciona irremediablemente la conducción que debe ser más moderada. Aún así ha habido suficientes kilómetros para sacar importantes conclusiones de esta evolucionada GSX-S1000.

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Quizás no ha sido el paso adelante que mucha gente esperaba pero teniendo en cuenta la filosofía de Suzuki, estamos ante una moto más completa que responde a la perfección a la receta. Y es que como decía al principio, la marca japonesa se desmarca de la competencia con una moto más básica que prescinde de elemento tan habituales como la plataforma inercial, la pantalla TFT, la conectividad o la llave de proximidad. Y esto indice directamente en el precio porque, salvo la IMU, lo demás es perfectamente prescindible a la hora de pilotar. Y en este sentido se ha sumado el cambio semiautomático que me parece todo un acierto.

Por otro lado ofrece una potencia alta pero no entra en la guerra de cifras que se ha desatado de un tiempo a esta parte. Sin embargo, con sus 152 CV es una moto capaz de ponerte los pelos de punta si eres capaz de exprimirlos. Apenas tiene ayudas a la conducción pero con el control de tracción regulable en cinco niveles y un eficaz sistema ABS ¿Hace falta mucho más? A veces se nos olvida que la mejor ayuda a la conducción es uno mismo.

Y todo esto permite ofrecer un precio sin rival en la categoría: 13.695 €. Y este es uno de los puntos más interesantes que aporta la GSX-S1000: diversión sin castigo al bolsillo.