Lejos de ser víctima de sus propias tradiciones y condenarse con ello probablemente a la extinción, Harley-Davidson ha demostrado en los últimos años que está dispuesta a no dejarse llevar y sí en cambio a diseñar su propio destino, aunque sea a costa de renunciar a sus más profundas creencias.

Hace ya más de una década, lanzó al mercado un modelo con motor que había diseñado por Porsche (V-Rod), más recientemente ha puesto en circulación su primera eléctrica (LiveWire) y, de hecho, también vende una gran trail para largas travesías fuera del asfalto (Pan America). Junto a la entrada en vigor de la exigente normativa Euro5 en cuanto a las emisiones contaminantes, en el horizonte de Harley-Davidson ha aparecido un nuevo desafío: vender sus motos a los millennials.

Con uno y otro objetivo en mente, en la marca se han despedido sin demasiada melancolía de la veterana Sportster 883, que durante décadas había sido el modelo de acceso a la marca. La prueba de esa falta de remordimientos está en que desde que se anunciara su salida de escena, Harley-Davidson ha presentado otra Sportster completamente renovada de 1.250 cm3 de cilindrada, además de nuestra protagonista: la nueva Nightster que a partir de ahora sustituye a la Sportster 883 como modelo de iniciación en el universo de la firma de Milwakee.

¿Tradiciones?, ¿Qué tradiciones? 

Los directivos de Harley Davidson han ido comprendiendo en los últimos años que la viabilidad de su marca nopodía depender de tipos rudos, vestidos con un chaleco de cuero y con los brazos llenos de tatuajes. Un perfil, además, al que su moto podía llegar a durarle toda una vida.

Teniendo esto en cuenta y con el panorama cada vez más exigente en cuanto a homologaciones, la nueva Nightster está impulsada por un bicilíndrico en V, eso sí, pero refrigerado por agua bajo la denominación Revolution Max 975T. Este propulsor declara la nada desdeñable cifra de 90 CV de potencia, pero debemos reconocer que satisfacer la Euro 5 ha quitado a este motor la posibilidad de ofrecer ese sonido tan particular que había terminado convertido en seña de identidad de las motos de Harley-Davidson. De hecho, en la Nightster de ese sonido no hay ni rastro. Si bien en este apartado se ha renunciado a uno de los atributos más conocidos de la marca, a cambio el usuario ha recibido un sofisticado motor de generosas prestaciones que en la era de la electrónica ésta tiene una fuerte influencia.

La Nightster permite elegir entre tres modos de conducción: Sport, Autovía y Lluvia. En el primero sientes toda la potencia sin restricciones. El motor empuja con decisión de principio a fin y también percibes su carácter al reducir. En el modo Autovía el cambio de carácter se mide en matices. Predomina la entrega de par, quedando la 6ª velocidad en una suerte de “overdrive” que permite aligerar el régimen de giro y reducir el consumo de combustible. Por último, en el modo Lluvia la potencia llega de forma muy suave, algo de gran ayuda cuando las condiciones no son precisamente ideales.

Como hemos mencionado, este motor ofrece un desahogado rendimiento, capaz de sorprenderte a ti mismo y cualquiera que pretenda desafiarte en aceleraciones sostenidas. Es cierto que ha perdido ese punto de autenticidad, pero a cambio ha abierto un nuevo panorama dinámico.

Detalles 

La influencia de la electrónica también permite regular parámetros como el freno motor. A través de distintos testigos e indicaciones en LCD, integrados en la compacta esfera analógica del velocímetro, con los mandos a izquierda y derecha en el manillar se puede navegar entre opciones, accediendo a parámetros de información como la autonomía estimada y régimen de giro del motor. El consumo de combustible a 120 km/h gira en torno a 5 litros/100km.

Explorando otros detalles de la Nightster nos parece que sus cotas generales, geometría de asiento, manillar y estribos se han logrado con brillantez, pues el tipo de las fotos que ilustran esta prueba mide 1’87 metros y nunca se quejó de la postura, no al menos hasta que se adentró en una travesía de 600 km. En honor a la verdad, se puede decir que las quejas tenían más su origen en la larga distancia recorrida que en la propia posición de conducción que, repetimos, está bastante conseguida gracias al buen diseño del asiento –sobre el que apoyas la parte alta del trasero-, el manillar –plano y adelantado- y los estribos –adelantados, pero no tanto como para que sufras en la parte baja de la espalda-. Aun así, con una autonomía algo mayor a 200 km, las frecuentes paradas para repostar resultaban todo un alivio.

En parte ciclo también destaca otro variado abanico de “herejías” cometidas en pro de la funcionalidad de los tiempos actuales, y es que lo que aparentemente es el depósito de combustible resulta simplemente un elemento decorativo. El verdadero depósito, con su oportuna boca de llenado y una capacidad de 11’5 litros, se encuentra bajo el asiento. Esta medida contribuye a un bajo centro de gravedad, y en la práctica a una gran sensación de control y facilidad de uso.

Minimalista 

Otra de las particularidades de la parte ciclo es el abandono del voluminoso y pesado bastidor de doble cuna que empleaba la extinta Sportster 883. En el caso de Nightster este ha dejado paso a un bastidor tubular de mínimas dimensiones. Este abraza el motor y sirve de unión entre este y el tren delantero, asumiendo el propulsor una función autoportante que sirve de nexo con el tren posterior. Todo esto ha supuesto un gran alivio en la báscula, y quizá por ello ahora parece más adecuando que la marca considere a la Nightster una máquina deportiva.

Tanto en ciudad como en carretera abierta, este motor no decepciona. En el primer escenario el tacto resulta muy controlable, lo mismo sobre carreteras sinuosas donde esta parte ciclo permite inclinaciones de hasta 32º. El generoso par motor te permitirá salir de las curvas con ese tacto tan agradable que ofrecen los twins de gran cilindrada.

Sin embargo, nuestra mayor sorpresa llega en carretera abierta, ya que hasta terminamos haciendo un viaje de más de 1.200 km por carreteras secundarias, autovías e incluso autopista. En este último descubrimos varias cosas. Primera, que con la Nightster se viaja muy cómodamente a 120 km/h y que hacerlo a 140 km/h todavía resulta bastante soportable. En realidad, este motor ofrece mucho más en este apartado y llanea fácilmente a cerca de 200 km/h. El único problema a esas velocidades es la aerodinámica.

Aunque la posición de conducción de la Nightster es siempre “al ataque” y bastante cómoda para tratarse de una máquina minimalista, gracias en parte al alumbrado delantero carenado, a partir de 140 km/h comienza una dura batalla por permanecer agarrado al manillar que no podrás mantener durante mucho tiempo.

En una nueva señal de ruptura con gran parte de la historia de la compañía, el origen de la suspensión delantera, una horquilla telescópica convencional con barras de 41 mm, procede de la firma japonesa Showa. En el tren posterior se emplean amortiguadores paralelos de limitado recorrido, sin sistema de progresividad y sólo regulables en precarga. A ritmos de marcha comedidos la funcionalidad de esta suspensión cumple con gran dignidad, pero según se aumenta el ritmo las limitaciones se hacen perceptibles en el tren trasero, un aspecto que puede resultar agotador transitando mucho tiempo por carreteras en mal estado.

El apartado de frenos se ha encargado a Brembo, que no ha dudado en emplear una bomba delantera con maneta radial -algo imposible de imaginar en otros momentos de la historia de la marca- con disco y pinza de dos pistones tanto delante como detrás. Este equipamiento cumple sobradamente con su cometido, además de contar con sistema antibloqueo que debemos confesar nos ha parecido algo intrusivo, pero la seguridad es lo primero.

Conclusiones   

Los cambios de nuestro tiempo ha obligado a los fabricantes de motocicletas a reaccionar ante el riesgo de caer en el ostracismo por no parecer “suficientemente sostenibles”. Un fabricante de motos tan tradicional como Harley-Davidson puede enfadar a los puristas, pero lo que no se puede permitir es ignorar el paso del tiempo. Sobre todo cuando hay en juego todo un emporio de la industria de la motocicleta.

Por estas razones están justificados los cambios de filosofía que trae consigo la Nightster. La pequeña Harley-Davidson deportiva ha cambiado profundamente, pero está dirigida a un público que nada tiene que ver con los puristas de la marca. Es una máquina concebida para el futuro que ya está aquí, pero al mismo tiempo ha conseguido al 90% mantener ese halo de autenticidad que sólo una Harley-Davidson puede ofrecer. Eso quiere decir que, por muy fan de la diversidad e incondicional de la perspectiva de género que te declares, deberás calzar buenas botas para conducir esta moto, ya que la Nightster sigue siendo una Harley-Davidson hecha y derecha.