La estética retro sigue de moda, y, dentro de éstas, las scrambler se consolidan y crean su propio segmento. Una de las últimas en llegar es la Brixton Crossfire 500 XC, que supone la tercera versión de esta prolífica familia que ya contaba con la Crossfire 500 y con la Crossfire 500 X.
Brixton acostumbra a cuidar con mimo los detalles de sus motos, tanto de las pequeñas 125 como de las más grandes destinadas al carnet A2. Además, las equipa con componentes de marcas reconocidas, sin que esta XC suponga una excepción a esta regla. Estéticamente, la Crossfire 500 XC tiene su propia personalidad, además de lucir más en directo que en foto. La primera vez que la vi en imágenes no me dijo demasiado, pero al tenerla delante de mí la cosa cambió por completo. El guardabarros delantero alto remarca su destino más off-road, mientras que el depósito en forma de X confirma su pertenencia a la saga Crossfire.
El asiento es de tipo corrido y culmina con el portamatrículas que incluye la iluminación trasera, de LED. También es de LED la iluminación delantera, con un diseño moderno, con luz diurna incluida, con los puntos cardinales como detalle destacado. Esta XC añade un protector metálico para el faro.
Una vez nos subimos a ella, nos encontramos con una moto alta, con mi 1,65 m de altura llego de puntillas y eso que el asiento no tiene mucho mullido. De hecho se aprecia muy duro, casi como una tabla, de ahí que no resulte muy cómodo para hacer largos trayectos de un tirón. La posición de conducción es correcta, con un manillar ancho tipo enduro y con las manetas regulables para conseguir la mayor personalización.
Prueba en off-road
Con el fin de conseguir una mayor eficacacia en campo, Brixton ha dotado a su Crossfire XC de unas suspensiones KYB de más recorrido que en la versión estándar. La horquilla, de 41 mm de diámetro, tiene 150 mm de recorrido, por los 130 mm del monoamortiguador. Los dos componentes son regulables y tienen un cierto tacto duro, por lo que su respuesta es algo seca en los pequeños baches. Ahora bien, ello hace que sea más difícil realizar topes cuando se incrementa el ritmo. No es una moto para ir haciendo el salvaje, ni siquiera es una trail, pero te permite incrementar el ritmo siempre que evites los saltos.

Videoprueba Brixton Crossfire 500
Lo más llamativo es su capacidad para controlar las derrapadas mientras se abre gas. Esto se debe a dos aspectos fundamentales: motor y neumáticos. El motor es el mismo del resto de las versiones: un bicilíndrico de 486 cc que riende una potencia de 47 CV. Es muy fácil de dosificar, tiene muchos bajos y medios y una respuesta muy lineal. Esa linealidad en la entrega es lo que permite saber en todo momento lo que va a hacer la moto; no te va a descabalgar, pero sí que va a permitirte hacer patinar la rueda trasera sin problemas.
Por otro lado, el montaje de unos neumáticos Pirelli Scorpion Rally STR me parece un acierto. Es cierto que en algunas trail de 100 CV puedan resultar un tanto delicados en terreno poco adherente, pero con la mitad de potencia a gestionar resultan ideales. Además, la rueda delantera de 19" con llantas de radios otorga una mayor precisión en este terreno.

Prueba Macbor Eight Mile 500 SCR/STR
Hay que tener en cuenta que el ABS sólo es desconectable en la rueda trasera, por lo que cuidado a la hora de apurar las frenadas. Eso sí, su tacto y potencia me parecen suficientes incluso para ir a buen ritmo. El disco delantero te deja apurar hasta el límite antes de saltar el ABS, mientras que el ajuste del trasera también tiene un buen tacto y es fácil usarlo para dirigir la rueda trasera sin llegar a bloquearlo. Es curioso, pero le gustan más las curvas rápidas que las lentas, pues es combinación de gas y freno para dirigir la moto es casi de moto de campo.
Prueba en carretera
Está claro que es una moto para divertirse en caminos y pistas, pero lo cierto es que al final la mayor parte del tiempo se utilizará en ciudad y algo de carretera. No pasa nada, la moto mantiene esa variante excitante igualmente en estos ambientes. Penaliza por la altura para los pilotos de menor talla a la hora de maniobrar, pero en cambio se mueve con agilidad y todas las virtudes apreciadas en tierra se trasladan al asfalto.
El propulsor, con esa suavidad y facilidad de uso, se convierte en un gran aliado para moverse entre los coches. Es casi imposible calar su motor y cualquier marcha es suficiente para circular por su gran cantidad de empuje a medio régimen. Se echa de menos unos desarrollos más largos cuando se sale a carretera o autopista, o al menos la sexta relación.
Las suspensiones, que decía que eran algo duras, no ofrecen queja alguna porque mantienen una posición firme en las frenadas y en el apoyo en curva. Se podría pedir algo más de refinamiento al abordar resaltos de reducción de velocidad, pero tampoco es algo crítico ni mucho menos.
Y qué decir de la frenada. Pues que a pesar de montar un único disco delantero, su potencia es suficiente para detener el conjunto, y eso que tampoco es una moto ligera -190 kg-. Los neumáticos responden perfectamente en asfalto, no esperaba menos de estos Pirelli, pues en mi opinión son de los mejores con taco para su uso en asfalto.
Conclusión y valoración
Brixton amplía el campoo de uso de la Crossfire 500 con esta versión XC, que aunque tampoco es que sea una moto de campo al menos sí que permite disfrutar de vez en cuando fuera del asfalto. Y cuando hablo de diversión no me refiero a una pista ancha, me refiero incluso caminos más rotos y rodando rápido.
Ahora bien, su ámbito de uso primordial es el urbano y extrarradio, en donde mantiene un comportamiento intachable marcado por el buen rendimiento de su motor. Es un propulsor potente como para mantener un buen ritmo y siempre con mucha suavidad en la entrega.
La parte ciclo brilla a un alto nivel gracias al montaje de material de calidad, como las suspensiones KYB, los frenos J. Juan o los neumáticos Pirelli.