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En positivo

  • Motor
  • Frenada
  • Ergonomía
  • Comportamiento

En negativo

  • Consumo
  • Instrumentación
  • Retrovisores

 

 

 

 

Ciudad, carretera, autovía, curvas de fin de semana...no le dimos descanso y parecía dispuesta a todo. Hay otras motos capaces de prestar un servicio ejemplar en diferentes escenarios pero muy pocas cuentan con el desparpajo de esta moto cuando decidimos que nos apetece divertirnos de verdad. De hecho es una moto complicada de catalogar porque tiene un poco de trail, algo de turismo y una herencia de la Supermoto 990 que la hace bastante deportiva.
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De hecho podríamos calificarla de cómoda, segura y sport, algo que normalmente choca en algún momento. La ergonomía aporta el confort, el ABS el plus de seguridad, y entre la parte ciclo el motor, tenemos la diversión asegurada.

Alma Supermoto, vocación para todo

Los ingredientes que han convertido la Supermoto en Touring son los siguientes: cubremanetas, semicarenado, pantalla, anclajes para maletas (opcionales, no muy grandes), parrilla trasera, suspensión con más recorrido y un depósito de 19 litros. Con tanto cambio sólo se parecen en el chasis. A todo esto se sumó el sistema ABS desarrollado por Bosch en 2010, todo un acierto porque sólo entra en acción cuando debe, y teniendo en cuenta que ya de por sí el equipo de frenos lo hace muy bien, el aumento de seguridad es evidente. Además no lastra apenas el peso de la moto

El resto de la parte ciclo y el motor se llevan los demás honores porque hacen de la 990 SMT una moto eficaz y divertida a la que se le puede sacar mucho el jugo. La agilidad que aporta el chasis y las geometrías hacen que la sintamos súper ligera. Y eso que es grande y hasta un poco aparatosa pero se mueve con suma facilidad. Quizás es un poco alta para los que midan por debajo de 1,70m. como un servidor debido a su asiento situado a 855 mm del suelo. Para mí no fue ningún problema, a pesar de llegar de puntillas.

Como todas las trail de cierto tamaño, aunque en ciudad se defiendan, no están en su terreno ideal. Aun así, la SMT se desenvuelve con soltura, incluso no teniendo un ángulo de giro propicio para los movimientos ratoneros que exige la conducción urbana. El punto muerto fácil de encontrar y un cambio suave ayudan en la tediosa labor de acelerar/parar a cada momento. Eso sí, el puesto de conducción elevado y los espejos que apenas sobresalen juegan a nuestro favor a la hora de pasar entre coches. Aunque los retrovisores podrían ofrecer mejor visibilidad porque van ubicados algo bajos y no ofrecen la panorámica perfecta de lo que sucede detrás.

Corazón y músculo

En carretera o autovía la cosa cambia, a mucho mejor: el temperamental motor bicilíndrico en V dispone de 115,6 CV a nuestro servicio. La respuesta es rápida, pues los dos cilindros empujan muy bien desde abajo, haciendo que la moto gane revoluciones con gran rapidez. Los casi 100 Nm de par (97 para ser exactos) son casi más importantes en estas sensaciones de aceleración fuerte e instantánea. Pero también es un motor que podemos llevar de forma relajada, admite el ritmo sueva sin problemas, con un tacto al acelerador siempre fino. Lo peor es el peaje que se paga en cuanto a consumo, pues es raro que baje de los 8 litros a los 100 km. Incluso a poco que circulemos a altor regímenes, se dispara fácilmente hasta 10 litros. En un bicilíndrico de gran cubicaje es complicado contener los consumos y más si el motor nos pide llevarlo con alegría debido a su generosa potencia y demoledor par. De hecho hay que tener tacto con el gas en marchas cortas para no ver cómo se levanta la rueda delantera.

Por el contrario, la trasera tiende a deslizar cuando le sobreviene todo el par de golpe. Es divertido aunque igual en invierno con el piso mojado, no tanto. Un control de tracción de los que están tan en boga, le vendría muy bien. Pero KTM no ha entrado en ése guerra para ofrecer una moto sin electrónica pero con todo lo demás a un buen nivel, porque la calidad de construcción y todos los componentes son selectos. Por ejemplo las pinzas radiales Brembo monobloque o la suspensión multirregulable, tanto delante como detrás.
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El rendimiento de las suspensiones está muy logrado, no sólo porque podemos ajustarlas totalmente sino porque son responsables del confort de marcha y su diseño permite obtener un buen compromiso entre esto, la estabilidad a alta velocidad y la eficacia en terrenos rotos y tramos revirados: en curvas amplias de autovía forzando la marcha, a velocidades muy ilegales, ligeras oscilaciones comienzan a aparecer aunque se mitigan ajustando la suspensión. En curvas, podemos aplicarnos fuerte con los frenos en los apoyos fuertes que la horquilla se muestra recia, permitiendo apurar para disfrutar de la agilidad en los cambios de dirección y la ligereza en los giros más cerrados. El manillar ancho y plano ayuda en la sensación de control que tenemos en todo momento.

Básicamente eficaz

Lo cierto es que el comportamiento de esta moto engancha por lo fácil que resulta aunque no es para principiantes sino más bien para conductores ya de cierto nivel que intimarán con ella muy fácilmente. Por cierto que a la hora de llevar acompañante, la comodidad es otra de las notas distintivas para este puesto de asiento amplio, con asideras y proponiendo una posición nada forzada, confortable.

La carrocería o más bien el semicarenado superior, protege lo justo pero bien, igual que la pantalla que a pesar de su pequeño tamaño también cumple con eficacia. Nos permite ir cómodos y afrontar cualquier tipo de viaje.

La instrumentación es una de las cosas que nos ha chirriado un poco para una moto que cuesta 12.289 € con ABS incluido, un precio muy razonable, dicho sea de paso. Pero aunque no sea imprescindible, un cuadro de instrumetos más completo y vistoso que contenga parámetros como nivel de combustible o marcha engranada, entre otros, sería muy de agradecer. Es cierto, el detalle es menor pero esta gran moto lo merece estas pequeñas mejoras para no tener lagunas, por poco transcendentes que sean. Y es que pocas motos como la KTM 990 SMT ABS son capaces de colmar las necesidades y ansias de un espectro de público tan variado por la polivalencia absoluta que propone.