El segmento de los scooters para el carnet A2 está en alza, con un buen número de marcas peleando por introducir modelos de todo tipo, aunque dominan los GT sobre cualquier otro tipo de formato. Hay algunas excepciones, como el Honda SH350, con su rueda alta y su plataforma plana, los Piaggio Beverly 300 y Beverly 400, también con rueda delantera de 16” pero con puente central, o el Kymco X-Town CT 300, un “gran turismo” con plataforma plana. Una combinación, esta última, muy interesante y que es lo que más destaca de nuestro protagonista de esta prueba, el nuevo SYM Joyride 300, un scooter que hemos venido a probar a Barcelona aprovechando su presentación a los medios de prensa nacionales.
SYM disponía en su catálogo de tres scooters GT para el A2 diferenciados por prestaciones, equipamiento y precio: el TL 508, como punta de lanza, seguido del Maxsym 400 y del Cruisym Alpha 300. Podría parecer suficiente, pero el espíritu ambicioso de la marca taiwanesa les ha llevado a investigar nuevos mercados, de ahí el lanzamiento de su Joyride 300, y, tras haber rodado con él en una larga ruta por ciudad, carretera y autopista, estoy convencido de que se trata de todo un acierto.
Ya hubo otros Joyride
Conviene aclarar que SYM tiene experiencia con este planteamiento de scooter, ya existieron los Joyride anteriormente, aunque con un motor de menos cilindrada y ruedas de menor diámetro. Lo único que se conserva de aquellas versiones es el nombre, siendo el Joyride 300 un modelo de nueva creación aunque aprovechando el motor del Cruisym Alpha 300.
Se trata de un motor monocilíndrico de 278,3 cc, cuatro válvulas y refrigerado por líquido y cuya potencia se eleva por encima de los 25 CV a 8.000 rpm.
No os voy a liar con los datos oficiales, los podéis consultar todos ellos en nuestra ficha técnica, aunque sí merece la pena destacar el empleo de una pinza de freno delantera de cuatro pistones y anclaje radial, o el doble amortiguador trasero regulable en precarga en cinco niveles.
Sí que me quiero detener un poco más para hablar del equipamiento y de lo que proyecta este Joyride 300 cuando te acercas a él. Para empezar, se trata de un scooter de tamaño contenido, muy fácil de subir y bajar a su caballete, y con un asiento cómodo y a baja altura que deja llegar muy bien al suelo a pilotos de cualquier talla. No hace falta decir que la accesibilidad es inmejorable gracias a su plataforma plana, además de las posibilidades de carga que supone. Ahora bien, la distancia entre el asiento y esta plataforma pude ser corta para los pilotos a partir de 1,80 m de altura; los que se sitúen por debajo se encontrarán muy cómodos, aprovechando además la amplia superficie, tanto para el piloto como para el pasajero.
Los botones de las piñas ofrecen un buen tacto, los plásticos parecen de calidad, aunque no me ha gustado el ajuste de los espejos, demasiado fáciles de mover al mínimo contacto. Al menos ofrecen una buena visión trasera. Tampoco me convence el tacto de los frenos, muy duros y sin posibilidad de regulación.
La instrumentación es vistosa, digital LCD a color, sin grandes alardes en cuanto a información pero con muy buena disposición de los datos importantes para poder verlos bien en marcha. Me hubiera gustado encontrar algunos datos adicionales en esta instrumentación, como la temperatura ambiente o, por qué no, un ordenador de a bordo para conocer consumos o autonomía, por ejemplo.
Para dar vida a esa instrumentación, el Joyride cuenta con un botón tipo ruleta que se activa mediante la llave de proximidad, un elemento siempre interesante para un vehículo urbano. Esa ruleta, además del contacto, habilita la apertura de la tapa que protege el tapón de gasolina y el cierre del asiento.
Aprovecho para hablar de ese hueco bajo el sillín, el cual está habilitado para custodiar un casco integral muy sobrado más una mochila de gran tamaño. Es una pena no poder albergar un segundo casco, aunque fuera tipo jet, pues el espacio es muy grande pero con poca profundidad. Al menos disponemos de una guantera delantera sin cerradura con una buena capacidad y toma USB QC 2.0.
Por último, indicar que la pantalla parabrisas es regulable en altura -con herramientas- y que toda la iluminación es con tecnología LED.
Motor potente y suave
Tras este primer examen, llega el momento de arrancar y poner a prueba este scooer en una ruta preparada con mimo por parte de los responsables de la marca. De momento, la lluvia es sólo una amenaza pero conviene darse prisa para poder disfrutar de este GT sin sobresaltos.
Lo primero que se aprecia es lo sencillo que es de maniobrar en parado, gracias sobre todo al poder apoyar bien los pies en el suelo. Echo en falta un freno de estacionamiento que aunque es algo habitual en todos los scooters no quiero dejar de demandarlo.
Iniciamos por ciudad, el terreno que se supone que pasará la mayor parte del tiempo un scooter. Su motor empuja muy bien desde parado, arrancando con decisión sin necesidad de estrujar el mando del gas al máximo. Ese momento de aceleración máxima no implica la aparición de vibraciones y el sonido se mantiene igualmente contenido. No tiene control de tracción pero incluso en asfalto mojado me vi incapaz de hacer derrapar su rueda trasera al salir de los semáforos.
Se le nota ligero, con lo que maniobrar entre los coches resulta sencillo, además de que también es estrecho y ágil. Otro apartado a destacar es el del confort, especialmente por el ajuste blando de sus suspensiones. Los amortiguadores traseros, regulables, se tragan todos los baches sin que la espalda sufra en absoluto. Con la horquilla, igual, cuando te subes da la sensación de que es demasiado blanda pero en marcha se agradece muchísimo por lo bien que afronta las irregularidades.
Pensé que esto iba a ser un inconveniente al salir a carretera, pero lo cierto es que cuando se circula a mayor velocidad, el Joyride se mantiene firme en las curvas. Apurando las frenadas y entrando con decisión en los giros más cerrados, el scooter te da mucha sensación de seguridad, no parece que estés apurando los límites en ningún momento, ni siquiera al rozar su caballete en las curvas más cerradas. Tampoco adolece de la falta de rigidez que se le puede suponer a un scooter de plataforma plana, y eso que en algunos momentos de la ruta intentamos buscarle las cosquillas.
Es importante en este sentido el agarre de sus neumáticos Maxxis, que pudimos poner a prueba también en alguna zona húmedas tras la lluvia caída previamente.
No me convenció tanto la frenada debido al tacto duro de las manetas que obliga a apretar con decisión a la hora de lograr la mayor efectividad. Es una pena porque tienen mucha potencia de mordida, de hecho es difícil ver en este segmento una pinza delantera de este calibre. El trasero es igualmente efectivo y, además, el ABS está muy bien configurado y sólo entra cuando realmente es imprescindible.
Lo que no ofrece duda alguna es el rendimiento de su motor al salir a carretera y autopista. El Joyride alcanza los 140 km/h de marcador y le resulta sencillo mantenerse en velocidades legales en cualquier tipo de vía, incluso afrontando repechos o adelantando otros vehículos en carreteras de doble sentido. A la hora de circular a mayor velocidad sí que se nota el viento en el casco, por lo que yo aconsejaría una pantalla más alta para aquellos que vayáis a dar un uso más amplio que el de ciudad a este scooter.
Conclusión y valoración
Nos comentaban los responsables de la marca antes de comenzar la prueba que SYM no es una compañía “low cost”. Teniendo en cuenta los casi 5.000 euros que cuesta el Joyride, estamos de acuerdo con ellos, aunque es justo indicar que por ese precio te ofrecen un scooter con un buen acabado, con un equipamiento completo y que responde de manera eficiente tanto en ciudad como en carretera. Lo que se dice habitualmente de una buena relación calidad precio.
Son pocos los puntos criticables de este Joyride 300, quizá el tacto duro de sus frenos o la imposibilidad de guardar un segundo casco bajo su asiento, en cambio son muchos más los positivos, empezando por esa plataforma plana con todas las ventajas que trae consigo.
Estamos ante un scooter muy eficaz en ciudad, dirigido a usuarios de cualquier talla y nivel de conducción, que se desenvuelve con soltura igualmente cuando se circula por carretera.