Llevamos unos años viendo el resurgimiento de algunas marcas míticas, por lo general con capital chino detrás que aprovechan el nombre de aquellas para lanzar productos de todo tipo. Ahora le toca el turno a BSA, aunque en este caso con ciertas particularidades. Para empezar, quien sustenta este proyecto no es chino, es indio, en concreto el Grupo Mahindra, otro gigante de la automoción. Y, en segundo lugar, BSA no vuelve con modelos modernos con pegatinas de su marca, lo hace con un modelo clásico, eso sí, puesto al día.
Se trata de la Gold Star, su mítico modelo que ayudó a conseguir a la compañía convertirse en el mayor fabricante de motos en los años 50, un par de décadas antes de que tuvieran que echar el cierre a su sede de Birmingham por no poder contrarrestar la ofensiva japonesa que desembarcaba en Europa. Un retorno que bien merecía una gran puesta de largo, como la que han realizado para la prensa internacional en el sur de España y a la que hemos sido invitados.
Esta Gold Star 650, como digo, es una réplica prácticamente exacta de la versión de 1963, la última que estuvo en producción. No hay más que ver aquella versión y la actual para darse cuenta de todas las similitudes, incluido el montaje de un motor de un único cilindro con su precioso escape situado en el lado derecho y que otorga tanta personalidad a esta nueva BSA.
La moto está repleta de detalles: guardabarros delantero con los soportes metálicos, las asas traseras, las tapas del motor, el asiento corrido, el faro redondo, la pintura… Para qué andar inventando teniendo en casa la original.
Al menos la instrumentación sí que sigue la estética del conjunto con sus dos relojes analógicos separados por una esfera con con los testigos luminosos y con unas pequeñas pantallas digitales en su interior con una información básica pero suficiente. Las agujas giran en orden inverso a lo habitual, generando una sensación peculiar.
Disfrutona
La puesta en marcha me sorprendió para bien, esperaba encontrar las vibraciones propias de un motor mono y todo lo contrario, al ralentí su propulsor de 652 cc sólo ronronea y con un sonido precioso que emana de su escape. Es un motor de refrigeración líquida desarrollado de forma conjunta por la propia marca y por Rotax que se vale de un cambio de cinco velodidades para sacar todo su pontencial. Un cambio que destaca por su tacto preciso y por la suavidad de accionamiento.
Me ha sorprendido que incluso incrementando el nivel de exigencia, su vigoroso motor se mantiene en un nivel mínimo de vibraciones. Parece un “bi” en ese sentido y sólo se le ve un poco más estresado cuando se superan las 5.000 rpm.
Lo mismo ocurre con la frenada, un equipo Brembo en donde destaca especialmente el único disco delantero de 320 mm de diámetro, con mucha potencia y con mucho tacto en la maneta. El trasero también me ha convencido, aunque me hubiera gustado algo más de contundencia en la primera parte del recorrido del pedal.
Todo el conjunto se apoya en unos efectivos neumáticos Pirelli Phantom montados sobre unas llantas de 19" y 17", delante y detrás, respectivamente.
Conclusión y valoración
BSA se decanta por una apuesta decidida pero arriesgada con su Gold Star. Ir contracorriente con un motor de un cilindro es un bonito guiño a su filosofía como marca y al clasicismo que quiere imponer en su nuevo modelo, aunque la tendencia es la de los motores bicilíndricos.
Sí, podríamos demandar un precio más ajustado. 7.500 € la versión más económica y 8.000 € la más cara -la diferencia de precio es por la decoración, no por equipamiento- se me antoja un tanto elevado para lo que podemos encontrar en el mercado. Pero estamos hablando de una marca mítica a pesar de que haya un buen número de usuarios que desconozcan la historia que hay detrás de esas siglas de BSA, especialmente dentro del público más joven. Pero qué queréis que os diga, esta moto va directa al corazón de los nostálgicos, y ésos sí que apreciarán y entenderán el por qué aparecen las escopetas en las pegatinas de la Gold Star.
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