A pesar de todas las motos que he tenido y de las que han pasado por mi garaje, de las que mejor recuerdo tengo son aquellas con las que me inicié en estos de las dos ruedas, todas ellas de campo porque en casa estaba prohibido tocar el asfalto. Eran años en los que los que vivíamos en pueblos salíamos a montar por los caminos con total tranquilidad, incluso algunos había sin carnet de conducir. Una época en la que no te fijabas si tu moto era más ligera que la del otro, o con más o menos recorrido de suspensiones, o con estos o aquellos colores. Lo importante era montar en moto y, eso sí, había un día especial, aquel en el que conseguías un juego de neumáticos nuevo. Cómo flipaba estrenar unas buenas ruedas de tacos. El caso es que todos estos recuerdos me vinieron a la mente cuando vi por pimera vez la MITT 125 Scrambler 278, con esos neumáticos de tacos bien gordos y sus guardabarros metálicos elevados... Me recuerda tanto a la Puch Dakota que tenía mi vecino Diego.
Es una comparación desigual, todo hay que decirlo, la Scrambler de MITT tiene un sinfín de detalles muy cuidados, pero creo que sigue la filosofía de aquellas monturas a las que antes hacía referencia, ideales para chavales jóvenes que viven principalmente en zonas rurales, que buscan una moto sencilla con la que aprender, fácil de conducir, económica, accesible y, claro que sí, con cierto aspecto macarrónico con el que chulear un poco. Esta 278 lo tiene todo, pero vayamos por partes.
Empezaré por el final, por esa estética scrambler que le otorga esa personalidad tan marcada. Las ruedas y los guardabarros son sus elementos más identificativos, pero no podemos obviar otros como los fuelles de la horquilla, el faro delantero protegido por una rejilla, el asiento corrido o el aislante protector para el colector. El depósito de combustible sí que algo más estilizado, ya tenemos las placas laterales tipo portanúmeros para realzar su aspecto retro. El escape no sigue la estética más purista scrambler y queda oculto, lo que yo al menos agradezco para evitar quemaduras.
Además, eso hace que no haya que abrir tanto las piernas al subirse a su asiento, que es duro y queda bastante alto. Con mi 1,65 m de altura llego de puntillas, aunque con los dos pies, pero al ser ligera se maniobra con facilidad. La posición de conducción es peculiar, es como subirte a una motocross de 85, pero con menos recorrido de suspensiones. El manillar es ancho y las manetas, sin regulación, se notan alejadas para los que tenemos las manos pequeñas. Las estriberas están en una posición elevada, lo que obliga a flexionar bastante las piernas o bien aprovechar algo más su asiento corrido y ocupar parte del reservado para el pasajero. Los espejos se regulan con facilidad y ofrecen un amplio campo de visión.
De su equipamiento me quedo con su vistosa instrumentación digital, que muestra de forma clara los datos, incluida la marcha engranada, salvo que el sol incida de forma muy directa sobre ella. También me ha resultado curiosa la cajita de herramientas en el lado opuesto a la salida del escape, aunque su apertura se realiza con destornillador o con una moneda de 5 céntimos, lo que no es muy segura. La iluminación, por último, es toda por LED y con un curioso diseño de los elementos luminosos tanto delante como detrás.
No apta para tímidos
Tras haber observado sus detalles, llega la hora de ponerse en marcha. Comienzo por ciudad y enseguida me doy cuenta de que no es una moto para pasar desapercibido. Y no sólo por su llamativa imagen, también por el elevado sonido de su escape. Un ruido que se va incrementando conforme vas subiendo de vueltas al motor.
Su altura no es un impedimento para rodar cómodamente entre los coches, pues es una moto estrecha y ligera, por lo que aunque la inclines para apoyar el pie nunca sientes que se vaya a vencer. Tiene un óptimo radio de giro y se zigzaguea bien entre los coches. Lo que sí aprecio es que no le gusta rodar baja de vueltas, por lo que hay que jugar con el cambio para rodar ligero; un cambio, por cierto, preciso y suave.
Ahora bien, los tacos en asfalto obligan a cambiar el chip en cierta medida. Para empezar, el agarre es inferior al que ofrece una rueda mixta o ya no digamos totalmente asfáltica. Hay que tener en cuenta este aspecto en las frenadas o al inclinar la moto. A la hora de afrontar los giros la dirección se siente más rígida y requiere de una adaptación antes de lanzarse a afrontar las rotondas con decisión.
Lógicamente, cuando se sale a carretera estas sensaciones se incrementan por la mayor velocidad. No es una moto que corra demasiado, es cierto, tiene una velocidad punta de unos 95 km/h, algo menos en pendientes desfavorables, y tampoco es una moto de aceleraciones fulgurantes. Por tanto, es difícil que te meta en problemas por este motivo, lo que me parece perfecto para un vehículo destinado a aprender o a dar paseos por placer.
A la hora de detenerla, la 125 Scrambler 278 apuesta por un disco en cada rueda. La frenada tiene potencia de sobra para parar la moto, pero es demasiada directa en su accionamiento, especialmente el trasero, que además actúa sobre el delantero debido al sistema combinado CBS. Si sólo se utiliza el freno delantero, que además no es tan directo, todo es natural, sólo hay que tener en cuenta que los tacos tienden a perder el agarre antes que unas ruedas de asfalto, como comentaba anteriormente. En cambio, cuando se utiliza el pedal del freno trasero el sistema actúa sobre las dos ruedas y mi sensación es que envía más fuerza delante que detrás, lo que puede ser delicado en frenadas de emergencia.
Conducción Off-road
Este sistema, que es obligatorio en motos de 125 que no dispongan de ABS, obliga a tener más cuidado incluso en campo, terreno en el que también hemos probado la Scrambler de MITT. Y es que en conducción off-road el freno trasero se utiliza mucho más que en asfalto, mientras que hay que tener mucho más tacto con el delantero al ser más fácil perder la adherencia. Ahora bien, hay que pensar que no estamos hablando de una moto de enduro, es una montura que nos permite salir a un camino para pasar el rato, sin grandes alardes.
Para ello, contamos con unas suspensiones que responden muy dignamente, absorbiendo bien los baches e incluso algunos pequeños saltos sin volverse loco. Ya en asfalto me pareció que cuenta con un buen apartado de amortiguación, y se puede ratificar en este nuevo escenario. La horquilla delantera, de tipo convencional, además no se cierra cuando apuras la frenada, mientras que el monoamortiguador trasero encuentra un buen equilibrio para mostrarse firme y no hundirse en asfalto, pero con un alto grado de confort en terreno roto.
Es posible que una rueda de 21" delante hubiera sido más acorde a su filosofía, pero hubiera penalizado en asfalto y está claro que la marca ha buscado la polivalencia. Además, estéticamente la rueda de 19" le va mejor a una moto de estas dimensiones.
Conclusión y valoración
La 125 Scrambler 278 no es una moto convencional, su carácter está muy marcado por sus ruedas de tacos, que la hacen más efectiva en zonas rurales en donde aprovechar el agarre de esos neumáticos cuando se sale a caminos, ya sea por disfrute o incluso por trabajo -acceso a fincas y demás-. En asfalto está condicionada por ese motivo, aunque la solución es tan sencilla como poner unos neumáticos más convencionales. No obstante, aprender a conducir en condiciones adversas te da muchas tablas de cara al futuro.
Tiene a su favor, además, que su motor es fácil de conducir y que admite errores al no tener mucho empuje. Es una moto de la que siempre se tiene el control, por lo que se la recomiendo a usuarios sin experiencia o a aquellos más veteranos que quieren una montura vistosa y económica para, por ejemplo, moverse por su zona de veraneo o de fin de semana.
Tiene un buen valor de adquisición, no llega a los 3.000 euros, mientras que su mantenimiento prácticamente se reduce a echar gasolina y poco más, siendo además su consumo muy reducido.
En definitiva, es una de esas motos aspirantes a ser recordada cuando seas mayor.