Por distintos motivos no llegué a probar la anterior versión de la Montana XR5, una espina que tenía clavada desde hace tiempo, sobre todo tras dejarme con tan buen sabor de boca la pequeña Montana XR1 125. La espera ha merecido la pena pues ahora que he tenido la ocasión de subirme en ella lo he hecho sobre la renombrada Montana XR5 ¡510! Un nuevo apellido que indica el montaje del nuevo motor que la marca española ha introducido en la joya de su catálogo.
Este nuevo propulsor sube de cilindrada aunque mantiene la misma cifra de potencia máxima, pero lo que sí aumenta es la cifra de par máxima. También estrena un embrague antirrebote en esta versión 2025 que se suma a los dos modos de conducción como principales ayudas a la conducción.
En la parte ciclo destacamos sus suspensiones KYB con más de 200 mm de recorrido y con componentes regulables. Los frenos son Nissin, con pinzas radiales y ABS desconectable, tanto delante como detrás. Los neumáticos empleados son unos Metzeler Tourance, sin cámara y con rueda delantera de 19”.
El equipamiento es muy completo, siendo la instrumentación TFT con conectividad y con navegador a pantalla completa lo más llamativo. Las piñas son retroiluminadas y la pantalla parabrisas regulable, aunque con herramientas. Un par de tomas -USB y 12V- nos sirven para mantener los dispositivos móviles a tope de batería.
Estéticamente, la Montana XR5 510 apenas se diferencia del modelo anterior, salvo por las nuevas decoraciones. Sigue mostrándose como una montura con aire aventurero en donde no faltan las defensas laterales, el cubrecárter de aluminio o los cubremanos. El aluminio, por cierto, luce en otros elementos, como la parrilla trasera o los soportes de las estriberas del pasajero.
A pesar de su apariencia es una moto muy accesible a pilotos de mi talla (1,65 m de altura), pues me permite llegar con los dos pies casi por completo. Eso es gran parte gracias a que la parte central es muy estrecha y no hay que abrir las piernas en exceso.
Salimos a la carretera
La posición de conducción es cómoda, no obliga flexionar en exceso las piernas, el manillar queda a una buena distancia del cuerpo y las manetas son regulables, con lo que tenemos una moto para un amplio número de usuarios. El mullido del asiento es correcto para realizar muchos kilómetros y lo único que he echado en falta es una pantalla parabrisas más alta pensando en aquellos que usan más la moto en vías rápidas cuando hace frío
Cuando te metes en carreteras más reviradas, te encuentras una moto muy ágil, fácil de meter en las curvas pues se aprovecha de una parte ciclo muy bien desarrollada. Las suspensiones, aún teniendo un recorrido largo, no se hunden en exceso en las frenadas y, en cambio, absorben muy bien los baches en carreteras más rotas. Creo que son ideales para terminar una larga jornada rodando por vías comarcales rodando tanto a un ritmo de paseo como con un estilo más deportivo.
La frenada también me ha causado una impresión positiva, tanto por la potencia como por la facilidad para dosificar. Incluso el freno trasero, que al principio lo notaba demasiado esponjoso, en cuanto me acostumbré a su tacto me resultó de gran utilidad para gestionar el paso por curva rodando a mayor velocidad. Los Metzeler Tourance garantizan un óptimo agarre en asfalto, son unos neumáticos que no tienen demasiado taco y se agradecen para una moto con esta orientación.
En cuanto al motor, decir que estamos ante un propulsor muy suave, que apenas transmite vibraciones y con un nivel acústico muy reducido. La suavidad es igualmente apreciable en el cambio, que además resulta muy preciso y bien escalonado. La sexta se queda algo más descolgada, para conseguir una conducción más desahogada en autopista, pero como tiene tanto par en bajo y medio régimen, no tienes que andar jugando con el cambio en exceso.
Es cierto que es una moto de 47 CV, lo que implica que no tenga el empuje de una moto de mayor cilindrada y potencia, pero como es tan sencilla de conducir en curvas puedes mantener un ritmo muy alto al ir enlazando curvas. De hecho, si mantienes su motor en una zona de régimen más alta, verás que puede rodar por encima de los límites de la vía con facilidad.
Prueba off-road
Aunque los neumáticos no son los ideales para off-road, la Montana XR5 510 tiene los mimbres para pasarlo bien por el campo. Lo bueno es que podemos desconectar el ABS y tenemos una posición de conducción muy buena, sobre todo porque la parte central, como indicaba al inicio es muy estrecha. Las suspensiones otorgan una distancia al suelo suficiente para afrontar zonas más complicadas sin problema.
De todas formas, el gran aliado de nuevo es el motor por esa suave entrega que facilita el abrir gas sin perder el control de la rueda trasera.
Sensaciones en autopista y ciudad
Ya decía anteriormente que el mayor inconveniente está en la pantalla más baja, pero es el precio a pagar por tener una estética más deportiva. Por lo demás, tenemos una moto que mantiene perfectamente los 120 km/h en autopista sin sentir que el motor vaya estresado.
En ciudad, por otro lado, la Montana XR5 se beneficia de su baja altura del asiento y de un motor muy aprovechable a cualquier régimen, puede rodar a 50 km/h en cuarta sin que dé tirones y con mucha suavidad. Además, se siente ligera y resulta muy fácil de maniobrar.
Opinión y valoración
Por un precio muy contenido, poco más de 6.000 euros, te encuentras con una moto muy fácil de utilizar, divertida y que sirve tanto para ir a trabajar a diario como para emprender viajes de todo tipo.
Lo bueno es que apenas tienes que sumar nada más a ese precio pues incluye de serie prácticamente todo el equipamiento posible, lo único que habría que añadir serían las maletas, aunque eso depende del fin al que destines la moto.
Tanto por motor como parte ciclo podemos pelear de tú a tú con monturas de mayor cilindrada y potencia pues permite mantener un ritmo muy alto en carreteras reviradas.
En general, la Macbor Montana XR5 510 es la respuesta a esa compra lógica que muchas veces nos planteáis en nuestro canal.