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Hace tiempo que la seguimos porque es una de las motos más populares en nuestra zona de Precios y Datos (>). Su ficha técnica registra diariamente un buen puñado de visitas, y sin duda que su precio sea poco más que un puñado de dólares es una de las razones de su éxito entre vosotros. Así que no podíamos dejar de probarla, ver realmente qué propone esta moto para ofrecer todos los datos que sus numerosos fans necesitan a la hora de dar el paso de convertirla en compañera.

Precio y características técnicas Keeway Superlight 125>

Repasando las cifras sale a cuenta. Por 1.899 euros -un puñado de dólares, ciertamente- consigues a cambio una custom de 125 centímetros cúbicos que te hará un buen servicio en desplazamientos urbanos o por carreteras secundarias, que goza de dos buenos asientos para usarla con acompañante y cuya estética está muy lograda. Una moto atractiva, con detalles como el escape de doble salida, las gruesas empuñaduras con topes cromados, las estriberas adelantadas, las llantas macizas o la evocadora consola cromada sobre el depósito. También llaman la atención el cuidado diseño de los retrovisores, los guardabarros envolventes o los pulsadores de los intermitentes en ambas piñas, a cada lado el suyo como en las Harley-Davidson. Podrás elegirla además en tres versiones diferentes: la más clásica repleta de cromados y dos series especiales, denominadas LE (Limited Edition) en negro o blanco a elegir. La LE blanca está pintada en este color con brillo convencional y combina accesorios cromados con el acabado completamente negro del motor, mientras que la LE negra está terminada en pintura negro mate y casi todos los complementos cambian el cromo por el negro brillante, resultando un atractivo contraste entre ambos acabados dentro de la misma tonalidad, y muy a la moda bobber que causa furor en Estados Unidos y que la propia Harley-Davidson está incorporando también a sus últimas creaciones, por cierto.

En positivo

  • Precio imbatible
  • Muchos detalles
  • Agilidad

En negativo

  • Frenos
  • Cambio de marchas
  • Calidad de acabados


El día que recogí nuestra Keeway Superlight, dotada de este último acabado negro como el carbón, venía precisamente de devolver tras hacer la pertinente prueba una Harley-Davidson Softail Slim (>), el último modelo de la casa de Milwaukee y que precisamente es el mejor representante de la corriente bobber en el catálogo de la legendaria firma americana. Este trabajo es -y debe ser- así. Te bajas de una arrogante moto que cuesta más de 20.000 “lereles” y montas en otra que no llega a 2.000… No estaba hecho adrede, pero tiene su gracia y además hasta me venía bien. Suponía el mejor comienzo posible para poner frente al inevitable espejo de lo auténtico esta pequeña custom 125 cc. fabricada en China; la humildad frente a la arrogancia, la búsqueda de la máxima calidad sin reparar en el precio, frente a la lucha por ofrecer una moto al alcance de todos los bolsillos pero que tenga todo con lo que otras nos hacen soñar... y que no todos podemos alcanzar.

Al encontrarme frente a frente con la Superlight me vi ante una moto atractiva y con detalles convincentes. No está mal, porque es sabido que la primera impresión es la que cuenta; pero también sabemos todos que las motos o van bien o no sirven para nada, así que cogí la pequeña llave y la introduje en una cerradura de contacto que no puede ser más simple. Al sentarme en la moto agradecí la comodidad y anchura del asiento, del que de verdad que no apetece bajarse, y cuando quité la pata de cabra (dispone también de caballete central, pero queda en un equilibrio precario del que no me fiaría mucho) comprobé lo ligera que se siente entre las piernas. ¡Es como llevar una bicicleta! Me encantan las motos que transmiten esa sensación de que te las puedes echar al hombro, acrecentada por la baja posición del asiento típica de las custom, y que permite asentar con firmeza los pies en el suelo, uses la talla que uses y aunque maniobres al filo de un bordillo o en un desnivel.

Mini easy-rider
Para arrancar mejor en frío se puede accionar el starter manual (con los calores del verano no fue nunca necesario) situado en el propio carburador, el cual por cierto exhala una sutil fragancia a gasolina. Sería estupendo si le pusieran una inyección sencilla con la que gastaría menos, siempre y cuando no tocasen el precio, claro. Cuenta con arranque eléctrico, y al pulsar el botón el pequeño monocilíndrico refrigerado por aire comienza a petardear con buen ritmo por su negro escape de dos salidas. En este punto hay que criticar el detalle de que la moto no arranca si no está en punto muerto y la luz verde que lo indica brilla en la instrumentación. Sí, no es tontería porque si se cala al salir en un semáforo no vale con tirar del embrague y pulsar el botón, hay que meter punto muerto y comprobar que el impreciso testigo luminoso (en ocasiones estaba en punto muerto pero no se encendía) se encuentre iluminado, o de lo contrario el motor dirá que no se pone en marcha entre los nervios propios y los pitidos ajenos. Superado este trance metemos primera y comenzamos a rodar.

Lo primero que advertimos es que la sensación de ligereza percibida en parado se trasmite también en marcha. La Superlight es una moto muy ágil, fácil de llevar y con una posición de conducción cómoda y muy agradable, estupenda para recorrer la distancia que haga falta sin fatiga. Su motor no vibra demasiado, aunque los espejos no sirven de mucho por culpa de falta de aislamiento, y el bastidor infunde confianza. No así los frenos, pues el disco delantero tiene un tacto horroroso y usando el tambor trasero es casi posible bloquear si además se está reduciendo una marcha, por culpa de los neumáticos en gran medida.

El funcionamiento del motor es agradable a medio régimen, tiene toda la respuesta que se puede esperar de un sencillo 125 rodando sin estirar las marchas pero se echa en falta algo más de “chicha” a alto régimen, lo que se traduce en una velocidad punta inferior a los 100 km/h reales en llano. La parte negativa del grupo propulsor es el accionamiento del cambio de marchas. Es impreciso, tiene recorridos largos y el reenvío, al menos en nuestra unidad, tenía demasiada holgura resultando incómodo. El punto muerto era difícil de encontrar, lo que como ya hemos dicho es una faena porque es imprescindible para arrancar.

Las suspensiones ofrecen un tarado muy logrado. No son excesivamente blandas pero son cómodas y ni los amortiguadores rebotan ni la horquilla se hunde. Son el complemento perfecto para un bastidor sencillo pero muy noble, que se comporta con agilidad y que hasta me pareció divertido de conducir en plan “deportivo” al llegar las curvas… increíble pero cierto, teniendo en cuenta las limitaciones de prestaciones y frenos, eso sí.

Al aparcarla en cualquier acera no podía evitar quedarme mirándola y pensar que no está nada mal que por menos de 2.000 euros haya una moto custom con todos sus detalles (evidentemente con soluciones baratas pero detalles, al fin y al cabo), que se pueda conducir con carné de coche y con la que además te regalen con la promoción vigente el seguro si tienes más de 25 años. Desde luego tiene puntos criticables como ya hemos visto, pero es que si buscas la perfección tienes que multiplicar tu presupuesto y, ¿realmente merece la pena? Cada uno lo verá de una manera. Yo, ya que tengo la palabra, creo que si comparas esta moto con una Harley-Davidson evidentemente me quedo con la americana si tengo la pasta en la mano, pero si la comparas con una custom japonesa que cueste mil y pico euros más (esta por ejemplo >) y que no deje de ser una limitada 125 que anda lo mismo, creo que me quedaría con esta Keeway Superlight, su moderno acabado negro mate… y con el dinero sobrante en el bolsillo para hacer otras cosas, claro.