Aparte del logotipo Porsche, llaman la atención personajes tan insignes como la propia marca que se enamoraron de los deportivos alemanes: Steve McQueen o James Dean han sido inmortalizados con aerógrafo junto a los antiguos Porsche de carreras. Todo el conjunto tiene un logrado sabor a la competición de antaño con el sello de la firma de Stuttgart cuyo nombre va en el minimalista guardabarros junto al clásico logotipo de la marca, el caballo rampante.
En el apartado mecánico todo es exquisito; el motor procede de la marca americana especialista en big twins de altas prestaciones, S&S, que también aporta el carburador. El escape es un LA Chopper modificado y la caja de cambios es una Harley Davidson original conectada a una transmisión por cardan BDL. Las ruedas son de 18 pulgadas y las visten unas preciosas llantas de cinco palos
aligeradas al máximo, donde sobresale especialmente el impresionante “donut” trasero. Destacan las enormes pinzas de freno radiales doradas procedentes de una Kawasaki ZX-10 R. En el mismo color dorado lleva diferenciadas otras piezas que le sientan realmente bien. Siguiendo con los frenos, es espectacular el disco perimetral trasero procedente de una Buell, más grande que el delantero. Tampoco para desapercibida la enorme horquilla invertida lanzadísima, como debe ser. El manillar muy ancho y plano plantea una posición de conducción ideal para este engendro de aspecto casi diabólico.
La verdad es que esta preparación nos ha dejado con la boca abierta por el estilazo tan logrado que tiene a base de calidad en todos los sentidos con un objetivo muy claro: rendir tributo a Porsche, una maravillosa idea con un fenomenal resultado.
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