Mucho me había hablado del PuntApunta mi compañero de redacción Álvaro Gavín, un “tragamillas” incansable al que todo le parece bien mientras vaya en una moto: “Es quizás la mejor ruta que se puede hacer ahora mismo en España”, me martilleaba con cara de ilusión al recordar el suyo en “la hora del bocata”. Y este año llegó mi turno tras esas sesiones motivacionales y de aleccionamiento para acometer el desafío, que no era otro que ir de La Coruña a Castellón por carreteras secundarias y con un recorrido total de 1.500 km.
Así que me agencié una BMW R 1250 RT como compañera de fatigas para una ruta en la que según llegas al parque cerrado ya sabes hay una indiscutible estrella: la R 1250 GS, su modalidad Adventure, y, por supuesto, todas las versiones anteriores de esta ya mítica maxitrail que cuenta con un carisma fuera de lo común entre los motoristas. Casi todo lo que se ve en este evento lleva el emblema de la marca bávara -los hay incluso con clásicas- pero también puede apuntarse cualquiera con otro marca y por supuesto cualquier tipo de moto. Solo hay una condición y es que aguante los tres días de ruta, más la ida y la vuelta.
Récord de inscritos y organización impecable
Este año se ha batido el récord de participación con 750 motos y la organización tuvo que cerrar las inscripciones porque considera que este número es el máximo para garantizar el disfrute y la seguridad de todo aquel que toma parte. Y se nota mucho que es la sexta edición porque sin haber ido a ninguna de las anteriores, es de justicia decir que todo está muy bien planificado y esto se nota desde que llegas el primer día para hacerte con el dorsal, el pasaporte y todo lo que se necesita para acometer el PuntApunta, incluida la verificación de absolutamente todas las motos para comprobar que lo más elemental está en orden.
Dos detalles importantes: el primero es el roadbook con el que hacer todas las etapas siguiendo sus indicaciones, ya que el recorrido es totalmente secreto y hay mucho celo puesto en este crucial aspecto para todo sea una absoluta sorpresa. Te hace ir más despacio y es un aprendizaje constante.
El segundo es una pequeña botella de explorador en la que se coge agua de un mar y se lleva hasta la otra punta para depositarla en otro mar; un acto simbólico que pone fin a la extenuante peregrinación que te deja el cuerpo muy suave y el alma motorista satisfecha por los kilómetros recorridos y por todo lo vivido. Pero no adelantemos acontecimientos porque os voy a contar como ha sido mi PuntApunta 2019.
El calentamiento
Salí el miércoles desde Madrid y antes de llegar a Segovia, en un semáforo, coincidí con otra moto pertrechada con las maletas y todo lo que se necesita para viajar unos cuantos días. Así que pensé “ este es de los míos”. Saludé, me presenté y decidimos seguir rodando juntos. Es algo instantáneo, casi mágico comenzar a viajar con alguien que acabas de conocer en un semáforo, con el casco puesto...
Poco más adelante paramos para planificar el resto del viaje, nos saludamos ya sin casco, y ya tenía mi primer colega, Carlos. En una flamante R 1200 GS Adventure Rally preciosa, este iba a ser mi primer gran encuentro del viaje pero no sería el único.
Llegamos a La Coruña, más concretamente a la Playa de Riazor, donde estaba el parque cerrado en plena efervescescencia, para hacer todos los trámites y él se fue con un su amigo Mario que venía de Oviedo y yo con mis colegas de la prensa que también habían sido invitados. Tras una emotiva charla de bienvenida en el Palacio de los Deportes para todos los participantes, nos fuimos de cena y pronto a la cama. Al día siguiente comenzaba de verdad el PuntApunta 2019.
1ª Etapa: La Coruña-Palencia
Salimos con destino a Palencia con la preceptiva lluvia fina para que no se nos olvidase que estábamos en Galicia y fue el único agua que nos caería en adelante pero con mi R 1250 RT ni me enteré. Salir de la ciudad fue un poco complicado por todos los que éramos, y eso que se sale por tramos horarios según dorsal, a lo que se unía el tráfico de un jueves cualquiera.
¿Qué te despistas con el roadbook y te ves desorientado? Rápidamente me percaté de que siempre hay una BMW a la que seguir...Pero yo tenía a la mejor de todas. En ella iba mi colega “Pepus”, uno de los mejores para estos menesteres de rodar y pasarlo en grande, y que además tiene una larga experiencia en rallyes, por eso las señales del roadbook son para él como la voz del “TomTom” pero en listo.
Aún así tuvimos dudas en un cruce y en ese momento no sabemos muy bien pero seguimos rodando con dos motos más que habían parado junto a nosotros, y ya éramos cuatro sin haberlo planeado. Aprovechamos para detenernos un poco más adelante, poner el primer sello del día y tomar el tentempié que todos los días BMW daba a los participantes. Y así conocí a Quique y Javier, ambos gallegos, de la zona, y los dos iban por primera vez y solos al PuntApunta...ganas de escapar de casa no les faltaban.
Seguimos rodando y fui descubriendo que la planificación de la ruta tiene un gran mérito porque no solo escoge lo menos transitado sino que también procura que el ojo disfrute con los paisajes. Esto a veces supuso un trago poco llevadero para mi RT pero la puse en "modo trail" para poder llevarla por pistas en las que a veces el asfalto era inexistente y seguimos adelante tan amigos, sin reproches, como una buena pareja.
Tras una buena comida que exigía una siesta imposible, los cuatro jinetes del churrasco nos pusimos de nuevo en marcha, rumbo a la templaria Ponferrada y más tarde a nuestro destino final que por momentos parecía inalcanzable. Solo puedo decir que salimos a las 10:00 de La Coruña y llegamos a las 21:00 a Palencia que nos recibió con su plaza mayor tomada por el PunApunta. Un espectáculo y un cansancio brutal, mental y físico, pero no anímico...
2ª etapa: Palencia-Zaragoza
La segunda jornada nos llevaría desde la capital palentina hasta el corazón maño, Zaragoza. Salimos más pronto que en La Coruña y con los tanques a rebosar que siempre es una buena costumbre en una ruta como esta, para transitar con el máximo deleite de las tierras serenas de Castilla y León, con paisajes abiertos y con buenas carreteras donde disfrutar de la RT y su especialidad, la conducción turística. Para los amantes del off-road rápidamente llegamos a la primera zona “Espíritu GS” de la jornada. Estos tramos de caminos y trialeras estaban en las tres etapas y eran optativos en esta edición, para que así las motos menos o nada preparadas como la mía para retozar por los caminos, tuviésemos una opción de evitar ese sufrimiento innecesario.
Así que seguimos el “Espíritu Touring” de nuestro roadbook para seguir avanzando hasta la primera parada del día con bocata y bebida, y para que de paso nos estampasen el primer sello de la jornada en nuestro pasaporte, ya que todos los días había unos cuantos puestos de control obligatorios que iban decorando el pasaporte y acreditando que estábamos haciendo bien las cosas.
Sin duda esta jornada en la que también atravesamos la tranquila y enigmática Soria, tierra de torreznos y otras maravillas como las Lagunas de Neila, fue mucho más llevadera en todos los sentidos, ya que tampoco hicimos una comida con todos los honores, sino que nos aviamos con unas viandas en su justa medida para llegar con más tiempo al destino y conducir con menos pereza. Y así llegamos al Palacio de Congresos de Zaragoza tras visitar y sellar en el concesionario más importante de BMW en la ciudad. Ya con la moto parada, una cerveza Ambar era una de las recompensas al ponernos el último sello del día en el pasaporte...un buen broche para una jornada preciosa de conducción y paisajes que era la antesala de la tercera y última etapa.
3ª etapa: Zaragoza-Castellón
Esta tercera jornada tenía un claro handicap y era el tema de la gasolina y los repostajes, ya que nos iban a llevar por una de las partes menos pobladas y conocidas de España, Teruel. Se nos unió Carlos, al que había conocido el primer día, e hicimos la ruta final los cinco. Como suele suceder en los alrededores de Zaragoza, el viento fue un puñetero compañero de viaje hasta que nos fuimos internando en el corazón de Teruel, una tierra irresistiblemente inhóspita donde comenzamos a disfrutar de paisajes y carreteras sobrecogedoras.
Y ya en pleno corazón del Maestrazgo el roadbook tenía una sorpresa muy especial: hay una ruta panorámica llamada “The Silent Route” y tiene 63 km. Da igual lo que yo te cuente, si te gusta viajar en moto debes visitar esta zona lo antes posible. No busques excusas porque no las tienes. Es una tierra que invita a la tranquilidad, la relajación y hasta la introspección si no fuésemos en moto. Pero en moto es otra cosa: una sucesión de curvas con carreteras encañonadas fueron un divertidísimo reto para nuestra RT que mostró su lado más deportivo, si es que lo tenía, para poder disfrutar de cientos de curvas y unos paisajes que simplemente te hacen contener la respiración.
El intenso color calizo de toda esta tierra de dinosaurios, los pueblos con casas incrustadas en vertiginosas laderas verticales y los frondosos e interminables bosques, me resultaron cautivadores y fueron una constante hasta que llegamos hasta el final de la ruta que viene marcado. Volveré...
Y por fin llegamos a la última provincia, Castellón. Nos adentramos por la parte más interior y rápidamente fuimos a parar a una de sus joyas: Morella. En esta ciudad amurallada vigila todo lo que sucede bajo sus pies gracias a su ubicación privilegiada, casi inexpugnable diría yo, y rematada por un Castillo. Por eso la erigieron los musulmanes y por eso está por derecho propio entre los pueblos más bonitos de España que ya es mucho decir.
A partir de ahí ya buscamos casi con ansia nuestro destino final en Grao-Castellón porque a pesar de que continuamos transitando por excelentes carreteras secundarias, habíamos disfrutado ya tanto con paisajes y pueblos que ya nada fue comparable a lo que habían visto nuestros ojos.
Así nos plantamos en la playa y al bajar la sensación fue de alivio por haber completado esta intensa ruta pero a la vez de nostalgia por haber acabado. Y con esta agradable mezcla de sensaciones fuimos depositar el agua del atlántico en el mediterráneo, a poner el último sello y a hacernos la fotos en la línea de llegada. Ya éramos “Finishers” del PunApunta 2019. La fiesta de después que BMW organiza para todos los participantes, no la voy a contar pero estuvo a la altura de esta bonita e intensa experiencia que he tenido la suerte de disfrutar.