El próximo domingo la casa Bonhams sacará a subasta pública esta fabulosa motocicleta que hasta ahora había permanecido en una colección privada. Se trata de una Windhoff presentada en Berlín allá por 1927. Antes de que algunos fabricantes explorasen con éxito la introducción de motores de cuatro cilindros en motocicletas (Nimbus, Henderson, Indian, Ariel…), todos tras la II Guerra Mundial, por Alemania circuló esta máquina dotada de motor refrigerado por aceite (de ahí su escaso aleteado) y cuyo precio nueva era superior al de cualquier BMW, lo que en un momento de grave depresión en Alemania frustró sus posibilidades de éxito.

Hans Windhoff fabricaba motos desde 1924, y para llevar a cabo este su más grandioso proyecto contrató al ingeniero Dauben, que más tarde trabajaría para Mercedes-Benz, y que diseñó el espectacular y avanzado motor de la Windhoff 750 de 1928. Cuenta con válvulas en culata, está refrigerado por aceite, rendía 22 caballos y en un gran cárter de aluminio integra la termodinámica y el cambio. La transmisión secundaria es por cardan y las suspensiones confían en una horquilla por paralelogramo delante y en la zaga algo parecido a la suspensión debe ser el efecto de sus cuatro barras de torsión.

Lo más llamativo, no obstante, es la concepción del chasis, o mejor dicho del no-chasis. La dirección, la rueda trasera y todos los elementos como el asiento o el tanque de gasolina están atornillados al robusto cárter motor. Una osadía que se ha repetido algunas –no muchas- veces en la historia de la motocicleta (Britten, p.e.) y que ahora está más de actualidad que nunca porque la superbike italiana del momento, la Ducati 1199 Panigale, emplea una idea similar.

El precio que se estima alcance esta valiosa pieza de la historia de eso que tanto nos gusta montar, cuyo primer propietario fue un médico de una localidad cercana a Stuttgart y que ha sido objeto de una minuciosa restauración recientemente, podría llegar a los 160.000 euros, cifra rara vez alcanzada por una motocicleta.