La apuesta por los vehículos diferentes se mantiene por parte de Quadro, contando en 2018 con dos vehículos en su catálogo: el recién presentado QV3 de tres ruedas y el Qooder, también novedad y que se prueba por vez primera en Europa.

El Qooder es la evolución del Quadro4, el anterior cuatro ruedas del fabricante suizo, que mantiene su misma esencia y características, pero estrena un nuevo motor de mayor cilindrada y más potente, además de mejorarse el funcionamiento del sistema patentado que le otorga su personalidad: el Hidraulic Tilting System (HTS).     

El HTS es un sistema de suspensión hidroneumático que hace que las ruedas se inclinen de forma simultánea tocando siempre el suelo. Está diseñado para que el scooter alcance una inclinación de 45º pudiendo bascular de un lado hacia otro con la ayuda del circuito de aceite situado en el interior de los amortiguadores.

Tamaño compacto, gran confort

Es la primera vez que veía un Qooder en vivo y lo primero que me ha llamado la atención es su tamaño, más pequeño de lo que pensaba teniendo en cuenta sus cuatro ruedas. Apenas es 25 mm más ancho que un Peugeot Metropolis e igual que un Piaggio MP3, de hecho ha sido homologado como triciclo y por tanto se puede conducir con el carnet B de coche como si fuera un 125cc.

Su carrocería estilizada tiene un diseño moderno con unas líneas que acentúan esa sensación compacta. De frente parece un tres ruedas, y sólo cuando se mira de perfil o por detrás uno se da cuenta de que hay una segunda rueda en el tren trasero. La parte trasera, lógicamente, sí que es más ancha que la de cualquier otro tres ruedas, pero tampoco es algo exagerado y que además garantiza una buena superficie para el asiento del pasajero, bajo el cual hay hueco suficiente para guardar un casco integral.

La capacidad de carga se ve aumentada con las dos guanteras frontales bajo el manillar, ninguna de las dos con cerradura y una de ellas con toma de corriente para cargar un dispositivo electrónico. La unidad de pruebas disponía de dos accesorios opcionales: un baúl fabricado por Shad y la pantalla regulable con soporte para el smartphone, un sistema que debe mejorarse porque resulta complicado subir y bajar de forma suave y hay que utilizar bastante fuerza para realizar esta tarea. También es dificultosa la regulación de sus espejos, de diseño original, pero poco prácticos y algo limitados de tamaño. Una pena porque no vibran en absoluto y la imagen que transmiten es muy nítida.

Bajo esta pantalla se esconde una instrumentación demasiado convencional para un scooter de concepto tan moderno como el Qooder. Su cuadro de instrumentos, compuesto de dos relojes principales analógicos, una pantalla central LCD y dos cuadros laterales con los chivatos luminosos, son más propios de la automoción que del mundo de las motos, y en todo caso su diseño es un tanto obsoleto. Qué bien le hubiera ido a este scooter una instrumentación totalmente digital. Al menos, toda la información es fácil de leer sin necesidad de tener que bajar mucho la vista de la carretera.

La posición de conducción, en cambio, sí que merece mis alabanzas. El Qooder es muy cómodo, con un asiento para el piloto confortable, amplio y con buen agarre, las mismas características que el del acompañante. El acceso a los mandos es bastante natural, con un suave accionamiento de todos los botones y con las manetas regulables. El espacio para los pies es correcto, pero a los que tienen talla grande le podría incomodar el pedal de freno situado en el lado derecho, un elemento colocado ahí de manera obligatoria para su homologación. El pasajero, por su parte, disfruta de un par de estriberas escamoteables de aluminio.

Suavidad en marcha

Tras analizarlo en parado, llega la hora de arrancar, y lo hacemos tras haber caído una fuerte tormenta que me ayudará a comprobar esa ventaja que supone contar cuatro ruedas. La puesta en marcha trae consigo la música que desprende su escape, un ruído ronco muy peculiar, atractivo en parado y que se agudiza y se hace casi imperceptible cuando se comienza a rodar.

Las arrancadas desde parado son lo que menos le gusta al Qooder; tirar de sus 281 kg de peso requieren de mucho esfuerzo aunque ha mejorado respecto de la versión anterior. No es lento, de hecho en los semáforos se sigue dejando al resto de coches detrás, pero no tiene la alegría de un scooter de menor tamaño.

Por el contrario, una vez que coge inercia, el Qooder se encuentra en su salsa, con una respuesta muy suave incluso llevando su motor al límite del cuentarrevoluciones, y con unas recuperaciones aceptables para su tamaño y peso. Esto significa que su espacio ideal es el de los recorridos interurbanos con tramos de vías rápidas -alcanza los 120 km/h de marcador con mucha facilidad- y los trayectos en ciudad con tráfico más bien fluido, sin que se le atraganten especialmente los atascos.

El hecho de que sus cuatro ruedas se inclinen de manera simultánea hace obligada la presencia de un diferencial en el tren trasero y de un sistema de geometría Ackerman para el delantero. La transmisión por correa es independiente a cada rueda.

La cuadratura del círculo

En estos embotellamientos de tráfico hasta te olvidas de que llevas un scooter de cuatro ruedas, pues con ritmo lento las sensaciones que transmite son similares a las que ofrece un maxiscooter convencional.

La mayor diferencia se encuentra cuando aumenta la velocidad y se entra en las curvas. El Qooder requiere de un período de adaptación, pequeño, pero necesario sobre todo si se viene del mundo de la moto. Es más lento en los movimientos que cualquier modelo de dos ruedas y necesita mayor anticipación de las curvas, requiriendo mayor esfuerzo que con aquellas para inclinarla y, sobre todo, para volver a la posición vertical. Ese esfuerzo hace que haya que ser valiente para tomar las curvas a alta velocidad, de lo contrario el scooter tenderá a irse hacia fuera.

El apoyo que ofrece es su principal virtud, permitiendo tomar las resbaladizas mojadas a buen ritmo y con total seguridad. En cambio, los cambios de dirección no los digiere de la misma manera, pues al esfuerzo necesario para ponerla rígida hay que sumar el de vencerla para el lado opuesto.

Esta resistencia es la que hace que en vertical sea tan estable, tanto que con un poco de práctica no resulte necesario apoyar los pies en el suelo al parar en los semáforos. Es más, el scooter no tiene caballete ni pata de cabra, aunque dispone de una palanca para bloquear la inclinación, un elemento imprescindible cuando se aparca, como lo es también el freno de estacionamiento.

Las suspensiones también funcionan de manera notable, absorbiendo bien las irregularidades del asfalto, muy roto tras un duro invierno, y eso que con cuatro ruedas se complica el poder sortear los baches. Da lo mismo que el scooter esté recto que inclinado que su compotamiento es el mismo, muy progresivo y sin rebotes.

Para la frenada, Qooder ha recurrido a un disco en cada rueda, ayudados con un sistema combinado que se acciona tanto desde las palancas de la mano como desde el pedal, aunque se prescinde del ABS, un elemento que se echa de menos en un scooter de este tamaño y categoría. El tacto es bueno, pero le falta un poco de mordiente y cuando lo hace las ruedas traseras tienden a bloquearse. Lo bueno es que al contar con cuatro puntos de apoyo, el vehículo se mantiene bastante firme aun abusando del freno.

Opinión y valoración

El Quadro Qooder es una alternativa interesante para aquellos usuarios que quieren un vehículo diferente y práctico con el que moverse por la ciudad, especialmente para esos que vienen del mundo del coche y que se sienten más seguros contando con cuatro ruedas en vez de con dos o tres.

Quienes provengan de las motos sentirán que les falta algo de agilidad y de empuje, pero en cambio apreciarán las buenas sensaciones en situaciones de poca adherencia, en donde el scooter muestra su mejor cara.

Su precio elevado se justifica si tenemos en cuenta que es un vehículo exclusivo, aunque en mi opinión ese coste debería llevar aparejado una mayor sensación de calidad en cuanto a los acabados y, sobre todo, un sistema ABS con el que haber reafirmado el compromiso con la seguridad que encarna su propio concepto.

Equipo piloto

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