La gama naked de Honda cogía tono retro con el lanzamiento de la saga Neo Sports Café a finales de 2017, compuesta por la CB1000R, la CB300R y la CB125R. Un modelo para cada tipo de carnet, pero todas ellas compartiendo estética y sensaciones, teniendo en cuenta las capacidades mecánicas de cada una de ellas, lógicamente.

La primera en pasar por nuestras manos es la CB300R, una naked para los usuarios del carnet A-2 de cuidada estética, similar a la de su hermana mayor. Esto es lo primero que me ha llamado la atención al verla por primera vez en vivo. Parece una moto de mayor cilindrada, con unas líneas suaves que combinan a la perfección los detalles modernos con otros más clásicos como buena "neo retro" que es .

Como en la mayor parte de las naked, el depósito toma el protagonismo, y lo que hace con un diseño peculiar muy trabajado al que acompaña unas llamativas cubiertas del radiador fabricadas en aluminio, las cuales contrastan con el color negro del motor y del chasis tubular de acero. El faro redondo es un guiño al pasado, pero cuebta con iluminación “full-LED” para dejar claro que se trata de una montura moderna. Los intermitentes delanteros van siempre encendidos con una luz tenue pero muy visible para el resto de vehículos.   

El asiento a dos alturas deja al pasajero en lo más alto, con las asas muy bien integradas en el minúsculo colín. El voluminoso escape de aspecto deportivo se va elevando por el lado derecho como si quisiera despegar.

Pequeña y manejable

El secreto para parecer una moto de mayor categoría es porque que la CB300R disfruta de unos buenos acabados. En cambio, al subirme en ella las sensaciones cambian al apreciar su pequeño tamaño y su ligereza, con un asiento situado a baja altura que facilita un perfecto apoyo de los dos pies en el suelo incluso a mí, que apenas mido 165 cm. Esto permite que las maniobras en parado se realicen con suma facilidad. El mullido es bastante duro, típico de estas naked de corte deportivo.

Mientras que el asiento no es el ideal para llevar a cabo grandes trayectos, con la CB no deberían aparecer dolores de espalda gracias a su cómoda posición de conducción, con un manillar ancho y plano y unas estriberas correctamente situadas para permitir llevar las piernas flexionadas. El pasajero goza de un generoso asiento, elevado para tener una buena visualización de la carretera y con unas asas y una correa para sujetarse con total seguridad.    

Todos los botones y mandos son de fácil acceso, con un generoso botón del claxon que a veces hace que se pulse por error al intentar accionar el de los intermitentes. Los espejos ofrecen una nítida visión, sin vibraciones, pero en mi opinión son algo pequeños y me ha resultado complicado encontrar la perfecta posición para controlar al mismo tiempo lo que ocurría por detrás y a mi lado. Queda mejor ubicada la instrumentación digital para encontrar la información sin tener que apartar la vista demasiado de la carretera, aunque el haber optado por los gráficos en claro sobre fondo negro hace que su lectura se complique cuando el sol incide de manera directa.

Un motor animado y jovial

La puesta en marcha descubre un sonido enlatado, propio de este tipo de propulsores monocilíndricos de pequeña cilindrada y que resulta tan poco atractivo al ralentí. Pero es lo que tiene el respetar las normativas de homologación en lo que se refiere al ruído y tiene difícil solución sin infringir las normas. La buena noticia es que en cuanto se sube de vueltas el runrún se torna más evocador sin llegar a ser molesto ni mucho menos, estamos hablando de una naked bastante silenciosa.

Bastan unos pocos metros para coger el truco al motor, diseñado para ofrecer lo mejor de sí mismo a cualquier régimen, especialmente en medios. El tacto del embrague es muy suave, igual que el del cambio, que además no suena en su accionamiento y es bastante preciso, lo que ayuda a encontrar siempre la marcha adecuada para cada momento.

Por concepto, donde mejor se mueve la CB300R es en ciudad, en donde resulta muy sencillo circular a baja velocidad, siempre en la zona media del cuentarrevoluciones y usando únicamente la tercera y cuarta velocidad para ir ágil, o dejando las siguientes para desahogar el motor. La primera es muy corta, muy útil para la salida en los semáforos, con lo que enseguida se sube a segunda y posteriores. Destacar igualmente que gracias a su buen escalonamiento se logra sacar partido a sus 31,5 CV en todo momento.

Se trata de un motor que sube de vueltas con mucha alegría y, tras dejar esa zona de confort situada en el medio régimen, la conducción se vuelve muy excitante al llevarlo a la zona alta del tacómetro digital, con la luz del sobrerrégimen brillando constantemente en la parte superior central del cuadro de mandos. La adrenalina se incrementa al mismo ritmo que sube de vueltas, manteniendo en todo momento una gran facilidad de uso y aumentando el nivel de vibraciones propio de este tipo de motores. No llegan a ser molestas, pero sí apreciables en estriberas y puños.

Tras pasarlo tan bien en ciudad hubiera sido un crimen no haber salido a la carretera con la CB300R. La autopista no le va tanto, aunque mantiene con soltura velocidades por encima de los legales establecidos aunque con la luz de sobrerrégimen parpadeando cuando se superan las 6.000 rpm -sobre los 115 km/h- y quedándose fija cuando se alcanzan casi los 130 km/h a eso de las 7.000 rpm. Pero no hay sensación de ir forzada en ningún momento y el consumo apenas se inmuta. Al terminar la prueba, habiendo rodado en todo tipo de circunstancias, la Honda apenas ha gastado 3,2 litros por cada 100 kilómetros recorridos.   

Si las vías rápidas no son su lugar favorito, en las carreteras de curvas todo cambia. Ya da lo mismo que se enciendan todas las luces que hagan falta, lo que apetece es ir empalmando marchas sin descanso y acelerar a fondo a la salida de cada viraje. Y además, sin miedo, pues hablamos poco más de 30 CV y con una respuesta tan noble que la rueda trasera no va a perder la adherencia en ningún momento.

Estable y segura

Claro está, para sacar el máximo partido al motor hay que contar con una parte ciclo al mismo nivel. La CB tiene un chasis pequeño y ligero que responde con mucha agilidad, permitiendo transiciones de manera rápida y siempre con una gran sensación de control. Estoy convencido de que la CB300R podría acoger un motor más potente sin que se viera comprometido en absoluto.

La rueda delantera fija sin dudar la dirección que se quiere tomar, ofreciendo un gran apoyo y firmeza. Se nota la rigidez de sus barras de 41 mm de diámetro, con un tarado firme aun cuando se tira de frenos ganas. Absorbe muy bien los baches y se encuentra en un estadio superior al del amortiguador trasero. Éste es regulable en precarga, pero su respuesta resulta un poco seca, a lo que hay que sumar la dureza del asiento.

A este ritmo más vivo, la frenada se comporta de manera más que notable a pesar de contar con un único disco en cada rueda, eso sí, mordido el delantero por una pinza de anclaje radial, otro elemento diferenciador que pone de relieve la calidad de sus componentes. La ligereza del conjunto permite sacrificar un segundo disco delantero, el cual no dio muestras de fatiga en ningún momento. La ayuda del sistema ABS de doble canal es de agradecer y hay que provocar bastante antes de que entre en acción, lo que me parece un acierto.

Este buen comportamiento de la parte ciclo en el uso deportivo queda refrendado en ciudad, saliendo a relucir las mismas sensaciones, es decir, un chasis ágil y de medidas compactas con las que moverse con soltura entre los coches.  

La horquilla proponiendo una buena respuesta cuando el asfalto no se encuentra en su mejor estado, y el amortiguador transmitiendo demasiado a la espalda debido a la sequedad en su respuesta. No hace falta decir que la frenada sube enteros al rodar a velociades bajas, siendo además muy dosificables en su accionamiento.

Valoración y opinión

La Honda CB300R es una naked ligera y pequeña que se mueve con mucha agilidad por la ciudad. Destaca por su estética atractiva y, sobre todo, por su nivel de acabados. Honda ha apostado por la calidad con su nueva naked en vez de por la cantidad en lo que a potencia se refiere, una estrategia que el público más selecto verá con buenos ojos.

Su aprovechable y vigoroso motor ofrece lo mejor de sí a los pilotos de todos los niveles, con mucha suavidad al circular a medio y bajo régimen, y especialmente divertido cuando se realiza una conducción deportiva, pero siempre con pleno control de la situación.

Su carácter deportivo obliga a contar con unas especificaciones algo duras de las suspensiones, sobre todo del amortiguador, lo que puede resultar un poco molesto en el caso de realizar trayectos largos de continuo con ella. En ciudad este planteamiento más de sport no plantea problema, todo lo contrario, es un aliciente más para darse una alegría previa antes de llegar al trabajo.   

En definitiva, la nueva CB300R es muy interesante para aquellos que prefieren una moto a un scooter para moverse por la ciudad con la que además se puede salir a la carretera para desfogarse en cualquier rato libre.

Equipo piloto

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