SUMARIO

Sobre la base de la K 1600 GT que tiene una derivación aún más lujosa si cabe, la K 1600 GTL, BMW plantea una moto con todo su espíritu en cuanto a diseño, mecánica y tecnología, pero con una profunda revisión ergonómica para darle un estilo totalmente diferente. Esto hace que el público al que va dirigido la K 1600 B sea el mismo en términos de poder adquisitivo pero diferente en su orientación de uso. Y parece claro que estamos ante un producto muy apropiado para el usuario estadounidense, al que le gustan las motos grandes y ruteras con el culo bajo y dos buenas maletas.

Para ofrecer este producto BMW ha tenido que darle una vuelta al diseño sin romper sus líneas maestras, proponiendo una ergonomía relajada en total complicidad con el rollo bagger al que identifica la B de su nomenclatura.

Nuevo manillar, nuevo asiento, plataformas adelantadas y maletas integradas, han sido las claves principales de un modelo que además aporta otra diferencia esencial con cualquier otra bagger; la marcha atrás aunque se trate de un elemento opcional. Para una moto con peso declarado de 336 kg, es un ingrediente realmente útil.  

K 1600 B: de GT a bagger

Con una parte trasera totalmente reconstruida, la transformación del modelo original ha generado un cambio sustancial en su filosofía; el asiento ha rebajado su altura hasta los 780 mm, una medida accesible a cualquier persona que proporciona una mayor sensación de control, sobre todo a baja velocidad.

Esto se alía a la perfección con el manillar montado sobre una preciosa torreta cuyo diseño rollo cuerno de vaca lo hace ancho pero a la vez lo acerca al piloto, colaborando en la posición cómoda que plantea la K 1600 B, perfecta para tragar millas con total relajación.

El hecho de proporcionar al cliente la posibilidad, previo pago como extra, de unas plataformas adelantadas incide en ese espíritu rutero de marcado estilo norteamericano. La postura que plantea es confortable e invita constantemente a lanzar los pies adelante, con la única pega es que para cambiar de marcha deben regresar a la posición original.

Aunque en principio la parte trasera concentra su carácter, la delantera también aporta interesantes detalles como una carrocería con una presencia más masiva, con nuevos deflectores laterales destinados a brindar una mayor protección al piloto.

La nueva pantalla parabrisas también apuntala esa línea descendente al ser baja pero cumple su función, pues se regula de forma electrónica y en la posición más alta resulta eficaz. Además, cuenta con memoria cada vez que ponemos la K 1600 B en marcha y se queda completamente plegada cuando apagamos el contacto.

Los escapes largos, cromados, tipo "slash cut" perfectamente integrados con las maletas y en total paralelismo con la línea de tierra, son otro ingrediente esencial en una estética cuyos grupos ópticos traseros integrados con las maletas rematan un trabajo hecho con mucho respeto, tanto al carácter bagger que recrea como a la inconfundible filosofía de diseño BMW. Puede gustar más o menos pero es una moto con elegancia y personalidad.  

La magia de seis cilindros en clave bagger

Aprovechando la celebración de los BMW Mototrad Days en Formigal, la marca alemana tenía reservada una pequeña flota de K 1600 B para que pudiésemos darnos una vuelta por aquellas carreteras de montaña. Por tanto no estábamos ni mucho menos en el terreno ideal para esta moto y la prueba sería todo un reto para ella, al menos ese era nuestro pensamiento.

Al subirte ya aprecias el volumen de una moto en cuyas entrañas late uno de los motores más exclusivos del mercado que ya pone sobre la báscula 102,6 kg, pero a cambio proporciona unas sensaciones únicas. Nos referimos, no solo al tacto sedoso, casi eléctrico, sino también al ingente par (175 Nm a 5.250 rpm) disponible desde muy bajas revoluciones y a su sofisticado sonido casi más propio de un coche deportivo de alta gama. De hecho, 160 CV de potencia es una cifra de lo más respetable que la puede impulsar a velocidades por encima de los 200 km/h sin el menor esfuerzo.

Este motor hace que sintamos simpatía por ella desde el primer momento, ya que además se conduce de una forma bastante intuitiva, con relativa facilidad para girar a pesar de sus imponentes dimensiones. Las vueltas que estuvimos dando a una rotonda para hacer las fotos nada más salir del hotel, parecía que iban a ser un desafío pero allí demostró esas dotes de manejabiidad que me sorprendieron.

Su refinado motor tiene un carácter vigoroso y progresivo que permite estirar mucho las marchas mientras nos deleita con su sinfonía hexacilíndrica

Por eso enfilé con entusiasmo, aprovechando el acogedor puesto de conducción, hacia Francia que se encontraba a poco kilómetros y fue todo un acierto. No solo por el magnífico paisaje sino porque la carretera con buen asfalto, seca y sin rastro de guardarraíles, lejos de ser el escenario ideal nos pareció perfecta para intimar con ella.
Pudimos seguir disfrutando de su refinado y vigoroso motor que permite estirar las marchas mientras nos deleita con su sinfonía hexacilíndrica. Las suspensiones resultan tan cómodas como efectivas a cualquier ritmo, formadas por el clásico sistema patentado de BMW, Duolever delante y detrás, que además cuentan con el sistema de ajuste electrónico de la suspensión (ESA) que permite elegir entre cruise y road.

En ese terreno sinuoso se mostró bastante precisa y manejable, sin hacer trabajar demasiado al físico, proporcionando siempre sensación de aplomo sin menoscabo de la agilidad necesaria en curvas. Y también colaboran en las buenas impresiones los frenos, sobre todo el delantero que cuenta con un excepcional mordiente muy dosificable, algo imprescindible en una moto de semejante peso porque infunde mucha confianza ya que logra una retención instantánea, siempre y cuando seamos conscientes de las inercias que generaría una moto así a una velocidad excesiva.

La guinda la ponen las estriberas adelantadas que estaban montadas a pesar de formar parte del equipamiento opcional porque al ser una moto de pruebas cuenta con todos los extras. Son plegables y la curiosidad es que el acompañante también puede disponer -como equipamiento extra-, de unas estriberas de estilo también rutero para ir tan cómodo como el piloto.

Las excelentes sensaciones de conducción representan a la perfección la calidad de un producto creado por y para la carretera que viene equipado con un competente equipo de audio, una completa instrumentación, con puños y asientos calefactables y que además cuenta con el sistema de arranque por llave de proximidad muy cómodo.  

Conclusión

La puesta en escena y el cuidado de los detalles son irreprochables aunque todo esto tiene un gran peso en el precio. Estamos ante una moto que sin ningún equipamiento extra cuesta 25.600 €. Y es raro que un comprador no se deje seducir por alguno de los muchos e interesantes accesorios que ofrece BMW. La marcha atrás y las estriberas para mí serían dos fijos y aparte se ofrecen tres paquetes para facilitar la elección al usuario: seguridad, confort y touring.

Por tanto estamos ante una K 1600 B que podría estar rondando con facilidad los 30.000 € pero es sumamente especial, una bagger como no hay otra en el mercado que tiene el privilegio de estar propulsada con uno de los mejores motores que he probado para una moto de este estilo.

› Datos técnicos, galería y equipamiento BMW K 1600 B  

Galería toma de contacto BMW K 1600 B