Kymco retornó al segmento más pequeño del mercado, el del ciclomotor, en 2020 y lo hizo con dos modelos que comparten nombre pero no apellido: el Agility 50 y el Agility City 50. Con idéntica motorización pero diferente diseño y por lo tanto propósito, su objetivo es cubrir un espacio lo más amplio posible dentro del nicho del scooter de 50 cc.

Atrás quedaron los tiempos donde este tipo de pequeños scooters eran los auténticos reyes de las ciudades, grandes y pequeñas, de toda España. Todo comenzó a cambiar en torno a 2004-2005 cuando los precios de los seguros para los más jóvenes se dispararon y se agravó cuando en 2010 se elevó la edad para poder conducirlos de 14 a 15 años. Años antes, se había tratado de compensar a la industria por este cambio de legislación que sería dramático con un "regalo": permitir que los usuarios del carnet B de coche con más de tres años de experiencia pudieran conducir scooters de 125, sin ningún tipo de examen. Ganábamos ventas, perdíamos cantera de motociclistas. Algo que hoy es un hecho consumado porque el perfil del comprador de un ciclomotor ha cambiado radicalmente.

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En los últimos años, este nicho de mercado ha mostrado signos de recuperación, tímidos, pero signos positivos al fin y al cabo. Parece ser que la “pacificación” de las grandes ciudades en cuanto a emisiones y velocidad ha propiciado el cambio la mentalidad, posicionando a los ciclomotores 4T como una alternativa muy válida al popular “motosharing” y la micromobilidad de los patinetes eléctricos y derivados, y por supuesto, al transporte público. Con el aliciente de que no se necesita ninguna licencia específica para poder ponerse a los mandos, atrayendo así a un perfil muy variado de clientes.  

Y es una buena noticia que una marca de tanto peso en el segmento del scooter como es Kymco haya regresado con estos dos modelos y por hemos decidido probar el que más éxito ha cosechado desde su lanzamiento.

Madera de líder

En el caso del Agility City 50 lo ha hecho empleando todo lo aprendido con su scooter más vendido, el Agility City 125, el rey de las listas de ventas en las últimos años. De él toma, no solo su espíritu utilitario, sino también la estética que lo hace posible para presentarse como una de las opciones más aparentes del segmento. Y es que la imagen transmite una muy buena puesta en escena gracias a su elaborado diseño que cuenta con vistosos detalles, como por ejemplo las dobles texturas del asiento o la combinación de una luz halógena con las luces de posición de diodos LED.

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En cuando al concepto, destaca principalmente por su rueda delantera de 16 pulgadas que le otorga un buen compromiso entre agilidad y estabilidad. Y la plataforma plana también es indispensable en su filosofía, escondiendo bajo ella el depósito de combustible de 7 litros. Puede parecer una capacidad no muy amplia pero con un consumo muy ajustado en torno a los 2,5 l/100 km, es una cifra más que suficiente que apunta a 300 km con un solo depósito: una ganga.

Estamos ante un scooter sencillo que permite ofrecer una tarifa competitiva pero a la vez muy resultón y eso ha hecho que mucha gente se decante por él desde su lanzamiento. Y todo está muy equilibrado porque a una parte ciclo básica se une un motor refrigerado por aire de 3,2 CV de potencia que no necesita de ningún alarde en este sentido.

De hecho, las suspensiones que cuentan con un tarado específico para España y su sencillez es clave en el precio pero, como digo, se adapta bien al espíritu del modelo. Incluso la rueda trasera monta un freno de tambor pero no requiere más para su nivel de prestaciones.

En el terreno práctico, aparte de la plataforma plana, también contamos con un compartimento bajo el asiento y una pequeña guantera, así como toma USB. El hueco del asiento no tiene mucha capacidad, ya que solo cuenta con espacio para poder guardar un casco sin mentonera, de estilo jet. Por eso es un scooter que pide a gritos la instalación de un baúl trasero para amplificar de forma sencilla su utilidad en el día a día.   prueba kymco agility city 50 2021 texto 3

La instrumentación va en la misma línea del resto, muy sencilla pero vistosa y con solo dos parámetros, aparte del indispensable velocímetro: reloj horario y nivel de combustible.

En marcha: discrección en movimiento

Al haber probado en más de una ocasión su hermano mayor, el Agility City 125, todo resulta muy familiar, pues emplean la misma base y son dos modelos exactos en cuanto a dimensiones aunque tienen alguna variación entre sí, como por ejemplo la altura del asiento al suelo que es de 815 mm en el caso de Agility City 50, mientras que es 5 mm superior en el 125.

Esto lo hace un poco alto si eres un persona muy bajita -por debajo del 1,60 m- pero con que llegues de puntillas no te hará falta más ya que se maneja muy bien en parado, principalmente gracias a su bajo peso: 120 kg.

Esta cifra es importante al propiciar que su manejo sea siempre algo muy sencillo, ya que además, las geometrías de dirección apoyan, permitiendo un buen ángulo de giro y unos movimiento muy fluidos que hacen intuitiva su conducción.

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Cuando arranco el motor, el sonido es muy discreto, como corresponde una mecánica 50 4T. Y sorprende que el empuje aunque es muy progresivo, es suficiente para iniciar la marcha con cierto brío. Para moverse por el casco urbano es solvente a pesar de no estar capacitado para proporcionar grandes aceleraciones, lo que hace al motor muy recomendable especialmente para gente con nula experiencia, ya que nunca se van a ver intimidados por sus prestaciones.

Esto es extensible a la velocidad punta, ya que está limitada a 45 km/h por ley que son poco más de 50 km/h de marcador. Atrás quedaron los tiempos donde los ciclomotores “volaban” de un lado a otro de la ciudad. Las normas de control son muy estrictas, en todos los sentidos, y ya no tienen cabida en estos tiempos los motores preparados. Esto tiene ventajas como el consumo que se vuelve algo casi ridículo, posicionándose como una alternativa perfecta a cualquier ciclomotor eléctrico. No tiene el mismo vigor en el empuje, ya que sabemos que la aceleración -gracias al par constante- es el punto fuerte de los cero emisiones pero como contrapartida, no tenemos las limitaciones de la autonomía y la carga. Y eso creo que es una de las claves del resurgir de este tipo de motos en un momento de transición total entre las dos movilidades que coexisten hoy, la eléctrica y la de combustión.

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En el apartado de chasis y suspensiones, tenemos lo que necesitamos, sobre todo teniendo en cuenta que hereda todo del 125, por lo que le sobran hechuras, por lo que la estabilidad está más que garantizada. La horquilla delantera con barras de 33 mm digiere con dignidad los baches e irregularidades mientras que detrás percibimos una respuesta algo más seca del amortiguador regulable en tres posiciones de precarga. Aún así, la conducción es confortable porque el ritmo que impone es moderado y esto hace que todo se filtre con suavidad.

Los frenos responden bien ya que están adecuadamente dimensionados respecto al resto del scooter. Puede parecer muy pequeño del disco delantero pero actúa con determinación y se puede obtener una frenada eficaz junto con la actuación al unísono del tambor trasero.  

En definitiva, tenemos un scooter que en marcha destaca por un motor discreto en todos los sentidos: consumo, ruido, vibraciones y prestaciones. Esto encaja bien en su filosofía a nivel dinámico ya que es un scooter sencillo cuya llanta delantera de 16 pulgadas ofrece una gran confianza en cuanto a aplomo, mientras que su ligereza hace que la conducción sea muy sencilla.

Conclusión y valoración

Kymco ha vuelto al ciclomotor en un momento clave, ya que si bien las cifras de ventas totales no son muy jugosas en comparación con el global del mercado, estamos hablando de más de 21.000 unidades matriculadas en 2020, lo que supone casi un 12% de incremento respecto al año anterior. Esto deja claro que es un segmento estratégico donde una buena cuota se traduce en una suma significativa al total de unidades vendidas para una marca. Sin ir más lejos Kymco matriculó más de 1.100 Agility City 50 el año pasado, una cifra, sin duda, importante.

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El secreto de su éxito es el hecho de contar con la base de su hermano mayor para presentarse como una de las opciones más llamativas de toda la oferta existente. No es el único ciclomotor “rueda alta” ya que tiene contendientes muy competentes como el Piaggio Liberty 50 o el Peugeot Tweet 50 pero aún así ha logrado abrirse un amplio hueco nada más llegar al mercado.

El precio está bastante bien ajustado: 2.099 €, una cifra que junto al seguro de regalo durante el primer año, resulta interesante para las personas que buscan una forma de movilidad práctica, de fácil uso, bajo mantenimiento y pocas emisiones, y por lo tanto, consumo.